No se vende, pero fue comprado

El contenido de este blog no puede ni debe ser vendido, pero ha sido comprado.
El tiempo que uno dedica a las cosas o a las personas es lo que las vuelve valiosas. Cuando doy mi tiempo a algo estoy cediendo mi vida, la vida que transcurre en ese tiempo. El receptor termina teniendo algo mío. Esta es la clave para cumplir con el mandato de Levítico 19: 18: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Pero Jesús nos dio un nuevo mandamiento: Amar al prójimo más que a uno mismo, hasta dar la vida por él. (Juan 15: 12-13) Salvo para defender la integridad de algún integrante de la familia o de alguien muy amado, nuestro sacrificio no es beneficioso en la forma en que resulta el de Cristo. Perder la vida cruentamente en beneficio de otro no redime porque somos pecadores. Pero sí es posible dedicarle tanta atención a alguien que podamos afirmar que hemos dejado la vida en él o por él. No de manera cruenta o sacrificial, sino en cuanto a entrega y dedicación. Así como le dedicamos nuestra vida a Jehová, también es bueno darla por otro invirtiendo nuestro tiempo en él.
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domingo, 2 de febrero de 2014

5 - Detrás de los cristales



Yo: - ¡Hola, qué sorpresa!
No esperaba que golpearas directamente mi puerta en un día de lluvia como hoy.

Ella: - La puerta estaba abierta, pasé y caminé estos cincuenta metros hasta tu nidito.

- Sí, la dejan abierta bastante seguido, hacen lo que quieren.

- ¿Qué hacías, amigo?

- Desperté temprano. Revisé el correo. Estaba vacío. Tomé la Biblia, escribí. Le mandé un correo a Osvaldo con ese escrito. Salí bajo la lluvia a comprar unas facturas y una gaseosa. Tomé un café con leche. Escuché música. Como cantó alguna vez Serrat:

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.

Te podría contar
que esta quemándose mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy
todo lo que soy,
porque estoy solo
y tengo miedo.

Llovía afuera. De mis ojos llovió también. Y llegaste vos (1).

- ¡Ay, sos (2) un pajarito que se cayó del nido!

- Gracias, este abrazo es un salvavidas. Es como tomar un café caliente cuando vuelves con frío.
Si por una sonrisa doy todo lo que soy, ¿qué debería darte por este abrazo?

- Nada, Carlos, también yo me siento contenida por tus brazos. El abrazo va y vuelve, no me debes nada.

- Generosa mi amiga

- Simplemente, te amo, y crece, crece de verdad.

- Hoy haces de mamá de este pajarito o… pajarón. Tus plumas me cubren y abrigan.

- (Con una sonrisa y repitiendo el abrazo) ¿Poeta o versero (3)?

- No sé si poeta, no me da el cuero (4), versero seguro que no.

- ¿Qué tiene de especial este día que estabas tan triste?

- Nada y todo. Mi enfermedad hace que casi todos los días sean tristes. La falta que me hace Graciela. El dolor por la injusticia. Hoy Lia cumple 64.

- Me imagino que habrás pensado que podía festejar con otro…Me dijiste que está con otro.

- Lo pensé, pero hay algo que me consuela: él nunca va a ver lo que yo vi, ni a tocar lo que yo toqué. Nunca, ni siquiera en el nuevo mundo. Ella tenía 22. ¡Qué tonto fui!

- Carlos, me vas a gastar la provisión de brazos de un año. Tienes una capacidad única para conmoverme.
¿Qué tal si vamos al cine?

- No puedo, pichona. Estoy pobre, pobre. No te puedo invitar.

- Perdón, invité yo.

- Soy un señor mayor. A mí me enseñaron que el hombre paga, aunque seas mi prima o mi hermana. También me enseñaron a dar la mano para ayudar a bajar de un colectivo, a arrimar la silla. Algunas costumbres las he eliminado porque me miran como a un extraterrestre.

- Señor mayor. Tu amiga te invita. ¡Vamos! A tomar un poco de aire fresco y a distraerse. No creas que no te necesito también. Es como el abrazo: va y viene.

- Pero te debo una, ¿eh?

- Sí, señor mayor. Como usted quiera, como se sienta mejor. Pero hoy es como yo digo.

- ¡Sí mi sargento mayor!

- Quisiera ver a un sargento mayor que te abrace como yo… Rarito.

- Todo el mundo querría enrolarse en la milicia. Con un sargento como vos, es claro.

- No me piropees, que estoy muy sensible. ¡Dale, hermano, vamos! ¡Salgamos de aquí!


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(1)    Vos: tú.
(2)    Sos: eres.
(3)  Versero: es el que "hace el verso". Hacer el verso es adular, endulzar el oído de una persona de otro sexo con el fin de seducirla.
(4) No me da el cuero: está más allá de mis posibilidades. (O es muy caro para mí, según el contexto)

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