No se vende, pero fue comprado

El contenido de este blog no puede ni debe ser vendido, pero ha sido comprado.
El tiempo que uno dedica a las cosas o a las personas es lo que las vuelve valiosas. Cuando doy mi tiempo a algo estoy cediendo mi vida, la vida que transcurre en ese tiempo. El receptor termina teniendo algo mío. Esta es la clave para cumplir con el mandato de Levítico 19: 18: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Pero Jesús nos dio un nuevo mandamiento: Amar al prójimo más que a uno mismo, hasta dar la vida por él. (Juan 15: 12-13) Salvo para defender la integridad de algún integrante de la familia o de alguien muy amado, nuestro sacrificio no es beneficioso en la forma en que resulta el de Cristo. Perder la vida cruentamente en beneficio de otro no redime porque somos pecadores. Pero sí es posible dedicarle tanta atención a alguien que podamos afirmar que hemos dejado la vida en él o por él. No de manera cruenta o sacrificial, sino en cuanto a entrega y dedicación. Así como le dedicamos nuestra vida a Jehová, también es bueno darla por otro invirtiendo nuestro tiempo en él.
_____________________________________________

jueves, 30 de enero de 2014

4 - Ahondando



Yo: - ¡Hola ‘manita! (1) ¿Cómo dice que le va?

Ella: - ¡Ja! ¡Ahora también mexicano!

- Soy lo que quieras que sea, mientras sirva para tu bien.

- Mmmm, versero (2) viejo. Pero haces versos que a una le gusta escuchar.

- Y, si no, ¿qué sentido tendría hacer el verso?

- Iba para tu casa. No hagas que me arrepienta. Te cruzaste conmigo justo una cuadra (3) antes de llegar a tu esquina.

- Sí señorita, esta es mi zona de intercepción y Vigilancia Aérea (4) me había informado de un eco interesante en este cuadrante.

- ¡Uh! ¡Chapita, chapita! (5)

- La invito a descender al departamento 8, le advierto que llevo Sidewinder de última degeneración. Más le vale obedecer.

- Mira que no voy en seriooooo…!

- ¡Vamos! No te hagas desear, que venías para casa. Hace ocho días que estuviste, si no me equivoco.

- Hoy estoy fresquita, no voy a dormir una siestita.

- No es obligación. Lo que yo quiero es que, cuando me visites, no me pidas permiso para nada y que hagas como si estuvieras en tu casa. Que abras la heladera, en fin, sin protocolo, como hermanos. Sin pudores, como intentaste describir tu estado de ánimo antes de cerrar la puerta la semana pasada.

- Sí, me sentí muy rara.

- ¿Lo viviste como algo incorrecto? ¿Te molestó la conciencia?

- No, no lo viví como algo malo. A ver si te lo puedo explicar con un ejemplo: cuando voy a una consulta con el ginecólogo no siento que sea algo malo lo que hago, pero no es del todo cómodo.

- Te entiendo. Sabes, la mecánica del pudor es muy extraña. Con mi esposa Lia llevábamos más de diez años de casados. Conocía cada rincón de su cuerpo. Un día fue a una consulta ginecológica y resultó tener una llaga en su vagina. Tuvo ginecólogas y ginecólogos, no recuerdo exactamente cuándo fue ni quién la atendía. La cosa es que le recetó unos óvulos cuyo efecto es que el epitelio sea cambiado, que vaya “cayéndose”, dejando una capa más nueva. El propósito es que la llaga se vaya en la capa que se desprende, o algo parecido.
Estando en tratamiento salimos a caminar, a ver vidrieras mientras conversábamos. Cuando volvimos la empecé a ver rara, con un comportamiento extraño. Hasta se acostó. Le pregunté y, al principio, no me dijo nada fuera de lo común; hasta que, en una tercera o cuarta vez, me confesó que sentía que tenía algo adentro y que no podía sacarlo ni se daba cuenta de qué era. Había ido varias veces al baño, como parte de su extraño comportamiento.
Entonces me ofrecí a tratar se sacárselo. Me costó tanto convencerla como si hubieses sido tú.

- ¡Ja, ja, ja! ¡Noooo!, ¿en serio?

- Sí, no exagero. La convencí y estaba realmente incómoda. Nunca me pude explicar por qué. Imagínate que después de diez años de casados, o más, nada que le hiciera iba a resultar una novedad para ninguno de los dos.
Empecé y toqué un objeto redondo. Intenté muchas veces tomarlo entre mis dedos índice y mayor, pero se resbalaba. Era un entorno muy húmedo y lubricado. No podía sacarlo. Ella decía: “Ay Cacho, dejá, dejalo (6), evidentemente perturbada. Le daba vergüenza. Los colores le subían y le bajaban.
Al final, yo también estaba un poco preocupado y quería saber qué o quien estaba en mis dominios.

- ¡Uh, ju, ju! Mira de lo que estamos hablando. Y ya te salió el machista…
¿Cómo terminó?

- ¡Ah, curiosa! Terminó que, al fin, me decidí a buscar un instrumento que me sirviera para pescar al evasivo OVNI.

- ¿OVNI? ¿Objeto volador no identificado?

- No: Objeto Vaginal…

- ¡Ja, ja, ja! ¡Mira que eres ocurrente y atrevido!

- Bueno, fui a mi caja de herramientas y tomé una pinza bruselas que usaba para reparar equipos electrónicos. Es una pinza de acero, como un broche para colgar la ropa, pero que funciona al revés, hay que apretarlo para sujetar el objeto; es muy larga, delgada y termina en puntas muy afiladas. Se usa para tomar objetos muy pequeños e introducirlos en espacios reducidos.
Realmente estaba temeroso de lastimarla. Hasta ese momento había hecho todo al tacto. La veía desnuda, pero no miraba hacia adentro, sino que palpaba. Con la herramienta debía mirar y mantener el pulso firme. La desinfecté con alcohol y pude sacar el objeto extraño al primer intento.
Una vez afuera pude verlo bien y me di cuenta de que era una bola de piel muerta. Con los movimientos propios de la caminata la había “amasado” con los pedazos de piel muerta que se desprendían por efecto del óvulo. En seguida se lo expuse a la “parturienta” y le dije: “Señora, su bebé”, para poner esa bola sobre su vientre, como si fuera un recién nacido.
Ella lo tomó y lo revisó más de cerca. Todavía la cara reflejaba la vergüenza que había sentido. Me miraba hasta perpleja, diría. Nunca voy a olvidar esta anécdota. Ya no está conmigo, está con otro. Espero que sobreviva y que yo pueda recordar esto dentro de diez mil años, sabiendo que ella está bien.

- Carlos, se te llenaron los ojos de lágrimas. No sé qué decirte al respecto.

- No digas nada. No tiene remedio.

- Esas cosas que me contaste solamente pueden darse en un matrimonio. Con un amante no es probable que lleguen a ocurrir.

- Sí, señorita, es así. Tienes razón.

- Estamos jugando a la casita, pero somos adultos. Me encanta hacerlo, se transforma en un vicio. Disfruto este diálogo íntimo, inocente y distendido. Aprendo, te conozco. Supongo que aprenderás de mí algunas cosas. Crece el cariño, eres algo para mí. ¿Por qué se privan de algo tan lindo?

- No todos pueden, es un hecho. A mi me gustan las relaciones “de corazón a corazón”. Debo encontrar una persona que esté dispuesta a abrirme su corazón. No es fácil. No me niego a entablar una relación de confesiones con un hombre. De hecho, Osvaldo es un caso. Encontré otro hermano con el que sintonicé bien. Fernando, un ex empleado de Osvaldo. Viajábamos juntos a los lugares de trabajo y conversábamos. Un hombre sensible y dispuesto a volcar su corazón en el diálogo. Pero por cada hombre que encuentro así, hay unas diez mujeres. Ustedes son todo corazón. Pero no todas están dispuestas a exponerlo. Además, por ejemplo, una mujer casada, aunque esté dispuesta interiormente a ser comunicativa, es bastante difícil que su esposo permita la relación. Así que no hay tantas féminas disponibles tampoco. Cuando se da el milagro, lo aprovecho, como contigo.
¡Ah! Ya estaba por pasarlo por alto. Es tanto lo que hay que decir, que me pierdo, a veces. No estamos jugando. En todo caso, este juego se llama vida. Estamos compartiendo ratos de nuestras vidas, dejando nuestras vidas en el otro. Creando lazos. Domesticándonos, como le diría el zorro al Principito.

- Y me fascina. De verdad, me siento muy bien haciendo esto.

- Algún día, todos lo haremos. Quizás al final del milenio, quizás después. Pero todos seremos por fin libres. Hoy es un privilegio que no todos tienen ni pueden entender. Ese privilegio nos va a durar hasta que se enteren aquellos que no lo comprenden. No estoy dispuesto a esconderme, porque no me siento culpable de nada, no tengo nada que ocultar.

- Yo tampoco. Pero espero que se enteren lo más tarde que sea posible. Cuanto más dure, mejor.

- ¿Cómo dormiste el otro día?

- Bien, cómoda. El colchón es bueno.

- Sí, tiene no sé cuántos miles de resortes, costó un disparate. Pero me refería a si te acostaste vestida como estabas, si tomaste alguna precaución, etc.

- Ah. Primero me quité la pollera para no arrugarla. Me iba a recostar así, pero también me deshice de la blusa, dormí en ropa interior. Hacía calor. De paso puse el ventilador y vi que le hiciste un arreglo de emergencia.

- Sí, se rompió la llave a cadena y no hay más de repuesto. De conseguir una estaría casi tan cara como el ventilador completo. Ahora no puedo cambiarlo, porque no alcanza mi presupuesto; así que lo dejé en la velocidad máxima, lo arreglé al estilo “átalo con alambre”, muy argentino.

- Me preguntaste si había tomado precauciones; supongo que algo así como tapar el agujero de la llave, ¿no es cierto?

- Sí, por ejemplo.

- No. No me hubiera quedado de tener la más mínima sospecha. ¿Estás tratando de contarme algo?

- No bebé,  jamás te haría algo así. No quiero robarte nada. Eres muy importante para mí. Me halaga y me agrada mucho que no hayas estado a la defensiva; me hace bien saber que confías en mí.

- Sé franco conmigo. ¿Reemplazas a Graciela con esta amistad?

- No, para nada. Es imposible. No te disminuyo de ninguna manera frente a ella. No es una cuestión de valoración. Aunque te amase con la misma intensidad que a ella, eres otra persona, no puedes reemplazarla. Ella y yo tenemos una historia que es nuestra, no entran terceros; no hay suplentes. Tú y yo estamos construyendo otra relación, otra amistad; esa será nuestra y única. Tú serás irreemplazable en esa relación, pero no entras en la otra, no es tu lugar.
Los segundos diez hijos de Job no reemplazaron a los diez primeros. Job estará completo cuando resucite y tenga a los veinte.

- No me estás usando como a una Graciela sustituta, me alegro.

- Me estaría engañando a mí mismo. No puedes ser Graciela. Pero los seres humanos necesitamos amor, es vital para nosotros. Ante el vacío de amor, uno busca a alguien para amar. Pero, por remuneradora que fuera nuestra relación de amistad, el amor que construí con Graciela se quedó sin objeto. El amor que creció en función de ella tiene su nombre y apellido; es para ella. Al no estar, se acumula en mí como la leche de una madre privada de su hijo. Empuja y duele cuando no puede salir. Si nuestro amor filial me da una bocanada de aire, en Graciela estoy muriendo.

Me han dicho que hay principios bíblicos involucrados. Veamos un aspecto: ella se sentaba conmigo, dejando una butaca por medio, en donde apoyaba su abrigo, la cartera. Ni siquiera podía rozarla con el codo porque había una butaca entre los dos. ¿Qué principio bíblico podrías oponer a ese acto?

- Que en el barrio se podría hablar mal de Jehová, por ejemplo.

- ¿Qué gente del barrio me vería sentado junto a Graciela en el salón?  En el salón son todos hermanos o estudios; gente que puede preguntar y ver qué tipo de relación sana tenemos. No puedo pensar que un hermano hablaría mal de Jehová por vernos a nosotros sentados juntos. Llevé a una amiga de veinticinco años; entró de mi mano. ¿Después de veinticinco años de amistad es impropio que una mujer se siente con su amigo?
Los que están en el barrio no nos ven sentados en el salón, mal podrían hablar injuriosamente de Jehová por eso.

- Quizás pudieran citar que serían causa de tropiezo a otros.

- La gente del mundo hace lo que le place. Hay de todo: heterosexuales, bisexuales, homosexuales, swingers, tríos, colchoneros, reyes de basto, caraduras y polizones. Por lo general, no atiende a lo que hacen otros; solo se importan a sí mismos.
También están los hermanos. ¿Ser causa de tropiezo después de estar explicando el tipo de relación que nos une (y muchas cosas que hemos pasado) durante tres años? ¿No es que el amor todo lo cree? ¿Qué hacemos frente a los hermanos que pueda ser causa de tropiezo? ¿Sentarnos juntos? ¿Estamos intercambiando miradas cómplices? ¿Tocándonos? ¿Besándonos?  
¿No es que los hermanos tropiezan con su propio pie?

¿Qué principio bíblico opones a que se siente conmigo en un micro que va a una asamblea, los dos rodeados de hermanos? ¿Qué conducta inmoral encierra?

- Ninguna.

- ¿Cómo verías que los hermanos mancharan tu reputación o la valoración de tus actos conmigo en estas veces que nos hemos visto?

- Me dolería mucho y sería injusto. No hicimos nada malo. Ni siquiera “jugamos con fuego”. Todo fue limpio, lo disfruté realmente. Nunca pasamos por una situación de riesgo, ni siquiera la semana pasada en ésta, tu casa.

- Y, sin embargo, es lo que harían. Te verías seriamente comprometida, porque eres precursora.

- Sí, no tengo dudas. Me forzarían a no verte más.

- ¿Por qué me abrazaste la semana pasada?

- Me sentí contenida, respetada, tomada en cuenta, protegida, amada. Mi abrazo fue un “gracias” y una devolución. Te dije: “yo también te amo”.

- Fue muy “sabroso”. Me lo diste con ganas, se sintió. Un hermoso, cálido y reconfortante abrazo. Me abrazaste como una nena, como mi nietita de tres años; sin miedos, con todo, a fondo. Fue un abrazo de corazón a corazón. “La maravillosa libertad de los hijos de Dios”; aunque no somos hijos de Dios, porque Dios no tiene hijos imperfectos, lo sé. Fue como un ensayo a cuenta del futuro.

Te cedí mi lecho, necesitabas dormir. Fue una contingencia que estuvieras en mi casa. Debías dormir y dormiste. Eso fue todo. Fuimos libres y responsables.

- Voy al baño a peinarme que, si no, me peino encima… ¡Ja!

- July-Ju, ¡qué desatento! No te serví nada.

- Vaya a peinarse, hermanita, cuando salga tomamos algo.

--------------------------

(1)         ’manita”: contracción de “hermanita”.
(2)          Versero:  Es el que “hace el verso”. “Hacer el verso” significa adular, endulzar el oído de una mujer (o de un hombre) con el fin de seducirla. En Venezuela se usa “vacilar”, “me vacilas”. También se usa con otro sentido: "es verso" significa que es una excusa, una explicación para eludir una responsabilidad, o una afirmación para engañar.
(3)          Cuadra: una antigua medida española que equivale a 120 metros. Es el largo del lado de una manzana (o block). La mayoría de las cuadras de Buenos Aires miden 100 metros (¿16,66% para el partido?)
(4)         Vigilancia Aérea: en una localidad muy cercana a mi domicilio están los radares militares que vigilan Buenos Aires y alrededores.
(5)             Chapita: loco.
(6)          Dejá, dejalo: en Buenos Aires invertimos muchas veces los acentos. En este caso es: deja, déjalo. En lugar de decir: qué sientes, decimos: qué sentís. Así por el estilo.





No hay comentarios: