No se vende, pero fue comprado

El contenido de este blog no puede ni debe ser vendido, pero ha sido comprado.
El tiempo que uno dedica a las cosas o a las personas es lo que las vuelve valiosas. Cuando doy mi tiempo a algo estoy cediendo mi vida, la vida que transcurre en ese tiempo. El receptor termina teniendo algo mío. Esta es la clave para cumplir con el mandato de Levítico 19: 18: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Pero Jesús nos dio un nuevo mandamiento: Amar al prójimo más que a uno mismo, hasta dar la vida por él. (Juan 15: 12-13) Salvo para defender la integridad de algún integrante de la familia o de alguien muy amado, nuestro sacrificio no es beneficioso en la forma en que resulta el de Cristo. Perder la vida cruentamente en beneficio de otro no redime porque somos pecadores. Pero sí es posible dedicarle tanta atención a alguien que podamos afirmar que hemos dejado la vida en él o por él. No de manera cruenta o sacrificial, sino en cuanto a entrega y dedicación. Así como le dedicamos nuestra vida a Jehová, también es bueno darla por otro invirtiendo nuestro tiempo en él.
_____________________________________________

lunes, 27 de enero de 2014

2 - Ella pregunta desde su corazón




Ella: - ¡Hola amigo! ¿Cómo estás?

Yo: - Bien, discurriendo por el mundo…

- ¡Noooo!  ¡Cosas feas noooo!

- Rápida la nena para ubicarse en un tema. Signo de inteligencia ¿Repuesta de la paliza? ¿Dormiste, fuiste a la masajista? ¿Te alimentaste bien?

- ¡Ja, no es para tanto!

- El día pasado no decías lo mismo…

- Estuve pensando mucho en todo lo que me dijiste. En ti, en mí, en mis razones para estar contigo otra vez. En la obediencia, en la rebelión, en lo correcto, en lo incorrecto…

- ¿Por qué buscaste esta amistad? ¿Por qué yo?

- Hace un tiempo que tengo necesidad de conversar con alguien que no sea otra mujer. Necesito sentirme contenida, protegida. No hay nadie en el horizonte como para comenzar una relación de noviazgo. Además, no sé si quiero llegar a una relación así. A veces necesito una posta, un lugar donde parar y refrescarme para seguir luego el camino. Lo otro sería para afincarme.

- Comprendo, ¿por qué yo?

- Siempre me dijeron que tuviera cuidado, que no pasara ciertos límites. Trato cordial pero no demasiado íntimo con el sexo opuesto. Y creo que me aconsejaron bien. Sin embargo, me encuentro con un hombre que habla con candidez, que se muestra como es. Es dulce, habla de cosas atrevidísimas y, paradojalmente, me siento respetada. Su audacia no me hiere. Me muestra su corazón y me invita a que deje al mío salir. Que me conmueve. Que hace travesuras. Que me hace sentir libre, cómoda.
En pocas palabras, Carlos, me inspiras confianza. Siento que contigo puedo.

- Gracias, es hermoso lo que dijiste. Espero estar siempre a la altura de tu confianza.

- Yo sé que sí.

- Soy pecador, imperfecto, no creas que soy infalible. Algún error voy a cometer.

- Intuición femenina, Carlos, intuición femenina…

- ¡Ah! Inapelable. Las féminas son cuasi brujas. Te dicen: “este tipo no me gusta”. Nooo, si es macanudo (1), replica uno. Pasa el tiempo y uno llega a la exclamación: “¡si le hubiera hecho caso a la bruja!” ¿Qué tienen, la bola de cristal? ¡Qué perceptivas que son!
Pero a Eva le falló. Ni cuenta se dio.

- ¡Touché! Eres malo, Carlitos… Me pinchaste el globo.

- ¿Soy tu enemigo por decirte la verdad?

- A ti te sale la Biblia por los poros.

- A veces. Muchas veces me siento pobre.
Pero hablaste de obediencia y de rebelión. Te escucho.

- Por un lado estás tú, que te quejaste con vehemencia a los ancianos. Que no obedeciste con sumisión, sino que discutiste con ellos. Por otro lado, yo, que quiero ser tu amiga y desobedezco un consejo. Que me siento impelida a acercarme a ti a pesar de que mi educación dice todo lo contrario.

- Profundo tema y amplio. ¡A trabajar Carlitos!

- ¿Lo vas a investigar y me respondes en la próxima?

- No. No hace falta. No esta vez.
Las leyes y las órdenes se obedecen. Los consejos se oyen, se toman en cuenta y, luego, los tomas o los dejas. Los pones en práctica o los desechas. Los consejos son para los seres libres, con libre albedrío. Tú eliges qué hacer y te atienes a las consecuencias. Si algo sale mal es tu culpa, no del que te aconseja, tanto si le hiciste caso como si no. La libertad debe ser responsable.
Dar un consejo a una persona y luego obligarla a cumplirlo desde la autoridad es abusivo. Como dije, los mandatos, las leyes y las órdenes se cumplen. No puedes imponer un consejo con amenaza de castigo.

Además, yo no desobedecí a los ancianos. Hace mucho tiempo que no visito a Graciela. Llevé a una amiga, no de veinticinco horas, ni de veinticinco días, sino de veinticinco años de amistad profunda y limpia, libre de pecado, y la arrancaron de mi vida. Se la llevé a Dios y la perdí. La veo en la calle o a través de una reja una vez por mes para darle un remedio que le consigo y hasta eso quieren que dejemos de hacer. Ella no tiene servicio social y yo lo compro con descuento. No quieren que la vea ni para eso, pero nadie le compra el remedio y se lo lleva. ¿Sabes que no nos dejan viajar en asientos contiguos en un micro que va a una asamblea, rodeados de cuarenta personas? ¿Qué podemos hacer conversando entre hermanos? Ella en una punta y yo en otra.

Protesté, pero cumplí y a costa de un gran sufrimiento. Sufrimiento inútil, injusto, producto de un accionar desalmado, maquinal, inmisericorde.

Por otro lado, con Graciela siempre obedecí a Jehová. Él es amor (1ª de Juan 4: 8) y nos pide que amemos (Deuteronomio 6: 5; Levítico 19: 18;  Juan13: 34-45; Mateo 22: 35-40; 1ª de Pedro 1: 22; Juan 15: 12-13), además, el amor no obra mal al prójimo y es el cumplimiento de la ley (Romanos 13: 8-10). Es tal el amor que siento por Graciela que eso mismo es lo que la protege, además de que ella también tiene libertad para decidir; no solamente depende de mí. Contra el amor no hay ley (Gálatas 5: 22-23)

- ¡Uf! ¡Estoy abrumada! Me tiraste con la Biblia por la cabeza.

- Me hicieron sufrir mucho y “la sabiduría está en la casa del duelo”, como dijo una amiga mía hace unos días.

- (Bajó la cabeza sonriendo) Sí, algo sé yo también.

- Sabes mucho. Lo que no te enseñaron es a ser libre.

- ¿Te parece?

- Sí me parece, aunque me puedo equivocar. Está muy bien que analices tu comportamiento y motivos, eso forma parte de una libertad responsable. Pero me pareció ver un dejo de culpa en tu confesión del principio.

Te voy a contar cómo actúo yo. Ni siquiera es un consejo. Es, apenas, para que observes una actitud. “El hombre sabio estudia a los demás a fin de adquirir experiencia, observando sus errores sin tener que pagar por ellos”. Esta es una frase de William Feather, pero también se halla en la Biblia. A fin de cuentas, todo lo que está escrito en la Biblia es para nuestra instrucción y para amonestación. Podemos observar lo malo y lo bueno sin tener que pagar por lo malo.
Nunca hubiera entendido plenamente la Biblia de no ser por lo que aprendí del esclavo fiel y discreto. Yo respeto y tomo muy en serio lo que proviene de él. Pero, una vez que comprendí bien la Biblia, “yo soy” un hombre. La humanidad fue creada a imagen y semejanza de Dios, tengo libre albedrío otorgado por Dios. Mi responsabilidad de hombre libre es analizar, desmenuzar lo que el esclavo provee. No acepto a ciegas. Hacer esto raya en la idolatría. El esclavo y yo somos co-esclavos de un mismo Señor; no soy esclavo de la organización, sino del Rey. Hay cosas que debo obedecer sin discusión y no las discuto. Pero hay otras por sobre las que el esclavo no tiene autoridad y los ancianos, menos todavía. En ciertas cuestiones ellos no pueden imponer nada sin que signifique “querer ser más que Jehová”. “Ser más papista que el Papa” o “querer ser más que Jehová” me parece un pecado muy serio y puede poner en peligro la vida de otros.

- Hoy viniste punzante. Me da un poco de miedito…

- Sí, es fuerte y no estás acostumbrada. Te entiendo y te pido disculpas. Eres soberana sobre tu persona interior. Yo no tengo que imponerte nada tampoco. El esclavo no es infalible; lo que es lo mismo que decir que es falible, que se equivoca. Ha sido nombrado por Dios pero no es inspirado e infalible, ni tampoco es profeta. Muchas veces, la mayoría de ellas, lo que dice proviene de Dios, aunque no por inspiración. Pide la ayuda del espíritu santo en oración. Cuando se equivoca, ¿se equivoca el espíritu? ¿O no interviene cuando yerra?

- No me pidas que te responda eso, me excede.

- No, no solo no te pido que me respondas; tampoco yo te voy a responder. No quiero pasarme de la raya. Ni aún siendo mi esposa tendría autoridad para darte una respuesta al respecto. Pero sí tengo una para mí mismo.

- Me sorprendiste y estoy un poco desconcertada. No sé como seguir.

- Te jugué a cara o cruz. No tengo muy claro cómo va a seguir esto, si es que va a seguir de alguna forma.

- No me defraudaste, pero no fue una situación agradable. No puedo explicarte cuál es mi estado de ánimo actual, no encuentro palabras.

- ¿Quieres que te lleve a tu casa o podemos estar un rato más juntos?

- Podemos estar un poco más, yo te tengo cariño y quiero asimilar esto antes de innovar.

- Bueno. Voy a ampliarte algo más con respecto al amor. Dijiste que confiabas en mí y yo te subrayé que era un pecador, que no me idealizaras. Te inspiro todo lo que dijiste, me halagaste, te lo agradezco, pero quiero que no olvides que soy un pecador.
Podríamos dar tres graduaciones de amor: frío, tibio y caliente. Con caliente no me refiero a excitación sexual o a pasión. Uso el texto de Revelación aplicado al amor.

- Sí, te entiendo, te entiendo.

- Bien. El amor sin sentimientos profundos por la otra persona podríamos calificarlo de “frío”. Para que sea amor “frío”, debe ser amor basado en principios, no en sentimientos. Es lo que la mayoría hace, sobre todo con respecto al sexo opuesto. Al haber distancia, hay cierta seguridad.
El amor “caliente” lo asigno al amor sentimental profundo como el que siento por Graciela. También sería coherente llamarlo “amor a fondo”, “con todo”. En ese caso la intensidad del amor hace que se cumpla lo de Romanos 13: 8-10. El amor es tan intenso que resulta inconcebible pecar contra o arrastrar al amado al pecado. A los principios se suma lo que la persona significa para uno mismo.
Lo que quiero aclararte es que hay dos maneras de no pecar: consiste en estar en alguno de los dos extremos: todo o nada. O amas “a distancia” o lo haces con entrega, con sentimientos profundos. Si el amor es tibio, ¡Dios nos ayude! No sirve la tibieza; deja lugar a la imperfección y al pecado. O muy cerca y con tal naturaleza que haga imposible pensar siquiera en dañar al otro o lejos y superficial, sin compromiso alguno.
Para que seamos amigos “sin peligros” tenemos que cultivar ambos un amor profundo, de entrega y compromiso, cuanto antes mejor.

- Quiero continuar siendo tu amiga, progresando en la amistad. Aunque, después de lo que escuché, me siento rara todavía.

- ¿Por qué no vamos a distendernos a algún lugar? Por ejemplo: al cine, a jugar al pool o a los bolos. No estamos lejos del Shopping Morón. Elige la película de acuerdo a tu conciencia o dime adónde quieres ir o qué hacer.

Sonrió y dijo:- vamos para Morón mientras decido.

- Vamos. No quiero distraerte para que te olvides. Lo que te dije hoy es importante y vas a tener que decidir. De cualquier manera, se van a enterar de esto y, ¿cómo piensas que van a reaccionar? Esta amistad tiene los días contados, a menos que algo cambie en el entendimiento de los que llevan la delantera.

- Cierto

- Ni se me ocurre pensar que hagas que te expulsen por mantener una amistad conmigo.

- No, no llegaría a tal extremo. Aunque me daría pena perder este compañerismo.

- Pero hay algo que no perderemos jamás. Ni tú ni yo seremos los mismos después de estas conversaciones y momentos juntos. Te vas a llevar algo de mí y yo de ti. Nuestras diferencias van a resultar mermadas por haber compartido nuestras vidas por un tiempo. Serás un poco yo y yo tendré un poco de ti. ¡Parece un bolero!

- ¡Ja, que eres viejo! ¿Cuánto hace que no están de moda los boleros?

- Y… te llevo veinte años, por lo menos. Soy un señor mayor, señorita. ¿Cuántos años tienes?

- ¡Eso no se le pregunta a una mujer, señor mayor!

- ¡Vamos! Di la verdad que mentir es pecado.

- Treinta y nueve. ¡Ufa!

- Dejaste el secundario ayer. Entonces, te llevo veinticuatro. ¿Qué haces un sábado a la noche con un tipo como yo?

- Ya te lo dije. Confío en ti y lleno un vacío, aprendo y no pago peaje.

- Bueno, niña, mientras dure, encantado. Y es gratis. Allí viene el transporte.

-----------------

Ser macanudo: En el Río de la Plata significa un hombre simpático, buena persona, agradable, dispuesto a brindarse. Alguien amable, deseable como compañía.


No hay comentarios: