Yo: - ¡Hola, qué sorpresa!
No esperaba que golpearas directamente mi puerta en un día
de lluvia como hoy.
Ella: - La puerta estaba abierta,
pasé y caminé estos cincuenta metros hasta tu nidito.
- Sí, la dejan abierta bastante
seguido, hacen lo que quieren.
- ¿Qué hacías, amigo?
- Desperté temprano. Revisé el
correo. Estaba vacío. Tomé la Biblia, escribí. Le mandé un correo a Osvaldo con
ese escrito. Salí bajo la lluvia a comprar unas facturas y una gaseosa. Tomé un
café con leche. Escuché música. Como cantó alguna vez Serrat:
Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.
Te podría contar
que esta quemándose mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy
todo lo que soy,
porque estoy solo
y tengo miedo.
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.
Te podría contar
que esta quemándose mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy
todo lo que soy,
porque estoy solo
y tengo miedo.
Llovía afuera. De mis ojos llovió
también. Y llegaste vos (1).
- ¡Ay, sos (2) un pajarito que se
cayó del nido!
- Gracias, este abrazo es un
salvavidas. Es como tomar un café caliente cuando vuelves con frío.
Si por una sonrisa doy todo lo
que soy, ¿qué debería darte por este abrazo?
- Nada, Carlos, también yo me
siento contenida por tus brazos. El abrazo va y vuelve, no me debes nada.
- Generosa mi amiga
- Simplemente, te amo, y crece,
crece de verdad.
- Hoy haces de mamá de este
pajarito o… pajarón. Tus plumas me cubren y abrigan.
- (Con una sonrisa y repitiendo
el abrazo) ¿Poeta o versero (3)?
- No sé si poeta, no me da el
cuero (4), versero seguro que no.
- ¿Qué tiene de especial este día
que estabas tan triste?
- Nada y todo. Mi enfermedad hace
que casi todos los días sean tristes. La falta que me hace Graciela. El dolor
por la injusticia. Hoy Lia cumple 64.
- Me imagino que habrás pensado
que podía festejar con otro…Me dijiste que está con otro.
- Lo pensé, pero hay algo que me
consuela: él nunca va a ver lo que yo vi, ni a tocar lo que yo toqué. Nunca, ni
siquiera en el nuevo mundo. Ella tenía 22. ¡Qué tonto fui!
- Carlos, me vas a gastar la
provisión de brazos de un año. Tienes una capacidad única para conmoverme.
¿Qué tal si vamos al cine?
- No puedo, pichona. Estoy pobre,
pobre. No te puedo invitar.
- Perdón, invité yo.
- Soy un señor mayor. A mí me
enseñaron que el hombre paga, aunque seas mi prima o mi hermana. También me
enseñaron a dar la mano para ayudar a bajar de un colectivo, a arrimar la
silla. Algunas costumbres las he eliminado porque me miran como a un
extraterrestre.
- Señor mayor. Tu amiga te
invita. ¡Vamos! A tomar un poco de aire fresco y a distraerse. No creas que no
te necesito también. Es como el abrazo: va y viene.
- Pero te debo una, ¿eh?
- Sí, señor mayor. Como usted
quiera, como se sienta mejor. Pero hoy es como yo digo.
- ¡Sí mi sargento mayor!
- Quisiera ver a un sargento
mayor que te abrace como yo… Rarito.
- Todo el mundo querría enrolarse
en la milicia. Con un sargento como vos, es claro.
- No me piropees, que estoy muy
sensible. ¡Dale, hermano, vamos! ¡Salgamos de aquí!
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(1)
Vos: tú.
(2)
Sos: eres.
(3) Versero: es el que "hace el verso". Hacer el verso es adular, endulzar el oído de una persona de otro sexo con el fin de seducirla.
(3) Versero: es el que "hace el verso". Hacer el verso es adular, endulzar el oído de una persona de otro sexo con el fin de seducirla.
(4) No me da el cuero: está más allá de mis
posibilidades. (O es muy caro para mí, según el contexto)
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