Ella: - ¿Hago una oración?
- Sí, por supuesto.
- Disculpa que no
te dé la oración a ti.
- No hay nada que
disculpar. Supongo que podría hacerla yo, porque no es una actividad que pueda
considerarse como oficial, como si este lugar fuera una prolongación del salón.
Pero, por las dudas, mejor hazla tú.
[….]
- Tengo una
asignación en la escuela dentro de tres semanas. Ahora estoy planteando el
tema, para después abordar a una hermana y comenzar a ensayar una situación, un
marco de circunstancias.
- Te escucho.
- Estoy girando
alrededor del tema “recibir el reino como niños”. Lo primero que hice fue
buscar el texto en la Biblia. Encontré tres referencias. Cito:
Mateo 18: 1-6: “En aquella hora
se acercaron los discípulos a Jesús y dijeron: “¿Quién, realmente, es mayor en
el reino de los cielos?”. 2 De modo que, llamando a sí a
un niñito, lo puso en medio de ellos 3 y dijo:
“Verdaderamente les digo: A menos que ustedes se vuelvan y lleguen a ser como
niñitos, de ninguna manera entrarán en el reino de los cielos. 4 Por
eso, cualquiera que se humille como este niñito, es el mayor en el reino de los
cielos; 5 y cualquiera que reciba a un niñito como este
sobre la base de mi nombre, a mí [también] me recibe. 6 Pero
cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que ponen fe en mí, más
provechoso le es que le cuelguen alrededor del cuello una piedra de molino como
la que el asno hace girar y que lo hundan en alta mar.”
Marcos 10:
13-16: “13 Entonces la gente empezó a
traerle niñitos para que los tocara; pero los discípulos corrigieron [a la
gente]. 14 Al ver esto, Jesús se indignó y les dijo:
“Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos, porque el reino de
Dios pertenece a los que son así. 15 En verdad les digo:
El que no reciba el reino de Dios como un niñito, de ninguna manera entrará en
él”. 16 Y tomó a los niños en los brazos y empezó a
bendecirlos, poniendo las manos sobre ellos.”
Lucas 18: 15-17: “15 Entonces
la gente empezó a traerle también sus criaturas para que las tocara; pero los discípulos,
al ver esto, empezaron a corregirla. 16 Sin embargo,
Jesús llamó a sí a las [criaturas], y dijo: “Dejen que los niñitos vengan a mí,
y no traten de detenerlos. Porque el reino de Dios pertenece a los que son así.
17 En verdad les digo: El que no reciba el reino de Dios
como un niñito, de ninguna manera entrará en él”.”
Intento dar una
explicación profunda de la razón de la afirmación de Cristo. ¿Por qué el que no
reciba el reino de Dios como un niño no entrará en él?
Mi reflexión me
lleva a sostener que la clave está cuando dice: “cualquiera que se humille”.
Los niños son débiles y faltos de experiencia. Aunque les gusta correr y jugar
y comiencen a “medir” hasta cuán lejos pueden llegar en la plaza, siempre
levantan la mirada para saber que el grande que los cuida está lo
suficientemente cerca como para protegerlos. Si lo dejan de ver, se perturban y
hasta desesperan, incluso hasta el llanto. Quieren hacer lo que les place, pero
saben que necesitan supervisión, no se sienten seguros sin ella. Se humillan,
reconocen que no pueden todo solos, que hay alguien superior que les hace
falta.
Al ser como niños,
nosotros, los adultos, deberíamos desarrollar una actitud similar, reconociendo
que no podemos solos.
¿Qué opinas?
- De acuerdo,
excelente.
- ¿Algún otro punto
de vista?
- Sí. Se me ocurre
enlazar con la creación de una nueva personalidad. A ver… busco en la
concordancia…
Efesios 4: 20-24: “20 Pero
ustedes no aprendieron que el Cristo sea así, 21 si es
que, realmente, le oyeron y se les enseñó por medio de él, tal como [la] verdad
está en Jesús, 22 que ustedes deben desechar la vieja
personalidad que se conforma a su manera de proceder anterior y que va
corrompiéndose conforme a sus deseos engañosos; 23 pero
que deben ser hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente, 24 y
deben vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad
de Dios en verdadera justicia y lealtad.
Aquí hay otra:
Colosenses 3: 9-11: “9 No
estén mintiéndose unos a otros. Desnúdense de la vieja personalidad con sus
prácticas, 10 y vístanse de la nueva [personalidad], que
mediante conocimiento exacto va haciéndose nueva según la imagen de Aquel que
la ha creado, 11 donde no hay ni griego ni judío,
circuncisión ni incircuncisión, extranjero, escita, esclavo, libre, sino que
Cristo es todas las cosas y en todos.”
Y mira cómo sigue,
hasta el 14 inclusive:
12 De consiguiente, como escogidos de Dios, santos y amados,
vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad
mental, la apacibilidad y la gran paciencia. 13 Continúen
soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno
tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a
ustedes, así también háganlo ustedes. 14 Pero, además de
todas estas cosas, [vístanse de] amor, porque es un vínculo perfecto de unión.
Yo enlazo el
vestirse de una nueva personalidad con ser como niños, porque estaría creciendo
como lo hace un niño. Desecha la vieja
personalidad y la va reemplazando paulatinamente por otra, que va madurando y
adquiriendo entidad y experiencia en la persona nueva. Como un niño, nace,
crece y se transforma.
También haría
mención a que en el bautismo uno muere respecto de lo que era y renace a una
nueva vida de dedicación. El que se bautiza comienza una nueva vida, es como un
niño también. Va creciendo en Cristo y en Jehová.
- Estoy de acuerdo,
buen punto.
- Me parece que hay
otro más: los niños tienen candidez, pureza, se muestran tal cual son. Nacen
pecadores al igual que lo hicimos nosotros, pero no esconden lo que son. Dos
niños pelean por un juguete y dan rienda suelta a su ira. Sin embargo, unos
minutos después juegan como si nada hubiera pasado. Lo observo en las
creaciones de Dios, por ejemplo, mis gatas: pelean “a muerte” y luego las
encuentro durmiendo abrazadas o una apoyada sobre la otra. Cuando veo esas
cosas, la ternura no tiene límite. Jehová las programó para que se comportaran
como lo hacen, aunque lo que vemos hoy es un resto de lo que Dios realmente
creó; la creación entera “ha sido sujeta a futilidad” como consecuencia de la
rebelión. Esto es lo que quedó en una “tierra maldita por tu causa” de todo lo
bueno que Dios hizo.
Fíjate, por
ejemplo, cómo los escritores bíblicos reconocen sus peores defectos con
candidez. Prueba, no solo de honradez, sino de autenticidad y hasta de
inspiración divina. Porque no hay obra, ni autobiografía, ni fraude de ninguna
clase que no deje de pintar a sus protagonistas como poco menos que héroes o
seres cercanos a un ideal de perfección. Pero, en la Biblia, Pedro negó tres
veces a su amado Maestro y el Libro lo cuenta. Como un niño. Transparente,
desnudo, a la vista de todos. Solo los niños son así y los grandes que
persiguen la meta de ser como niños. Los que buscan el reino.
Aún los niños que
se crían en la calle, que aprenden las mañas de los grandes antes de tiempo
pero que conservan los rasgos propios de su edad. Mi esposa se desempeñó mucho
tiempo como maestra de grado. Un día pidió a la clase que escribiera una
oración mencionando el trabajo de algún pariente. Solicitó la entrega de los
cuadernos para corregir el trabajo. Se detuvo en uno que decía: “Mi tío es
seguidor”. Ella creyó que había malentendido la letra del niño y que la oración
decía otra cosa. Llamó al alumno y le preguntó qué decía allí. El chiquilín
[pequeñín] le contestó lo mismo que ella había leído. Entonces, le preguntó:
“¿Qué es seguidor? ¿Qué es lo que sigue?” El niño contestó: “Sigue colectivos”
[transporte colectivo de pasajeros], con la inocencia propia de la niñez. En
seguida se dio cuenta de que había cometido un error y corrigió: “Pero los
sigue un ratito y después no los sigue más”.
Pienso que Dios
sabe que no puede descartar el pecado en nosotros, pero que es deseable que
seamos transparentes como niños y que reconozcamos y mostremos nuestros errores
con la misma actitud que un pequeño.
- Ser como niños,
profunda y vital cuestión… Hay material para trabajar y… como para cuatro
asignaciones.
[….]
- ¿Viste la última
ilustración de Tito 1: 15?
- Sí, son muy tiernos, ¡cuánta inocencia! La
curiosidad libre de culpa. Sería lindo que pudiésemos ser como ellos.
- ¿Voz tenéz
pitito? (1)
- (Sorprendida,
riendo y reculando) Carlos, ¿qué hacés [haces]?
- ¿Tené o no tené pitito?
- ¡Nooo!
- ¿Po’ qué no tené?
- ¡Carlos, que
estamos bajo oración, compórtate!
- Te falta trabajar
en niñez, hermanita. ¿No era que te gustaría ser así?
- No te pases que
te sacudo.
- No me paso.
¿Viste que no es tan fácil como decir me gustaría?
- ¿A qué quieres
llegar?
- A nada. Pero no
te resultaría nada fácil estar literalmente desnuda frente a mí como la niña.
- ¿Querías que te
mostrara como la nena?
- No, ya sé cómo
es. Hace rato que me enteré.
- ¡Carlooos, no
empieces de nuevo!
- ¿Sabes por qué no
tienes pitito?
- Carlos, termínala.
- Para que te
distiendas. Mi abuela materna tenía una explicación que le había dado una monja
mientras estaba pupila en una escuela. No es broma, ella me contaba eso cuando
yo era un niño.
- No hay muchas
escuelas con internación por aquí, ¿dónde estuvo pupila tu abuela?
- En Francia, en
una escuela en el pueblo llamado Trévou-Tréguignec, en el departamento de Côtes-d’Armor, en Bretaña.
- ¿Una abuela
francesa?
- Sí, inmensamente
rica, heredera de una fortuna, con una historia muy triste. Otra vez te la
cuento, si te interesa.
- Sí, ¿qué te decía
tu abuela de por qué no tengo pitito? ¡Ay, Dios, los amigos que se carga una!
- Decía que Dios
creó a Adán y que, antes de darle vida, le encargó a un ángel que lo cosiera.
El ángel era muy desprolijo y lo cosió con puntadas largas y descuidadas; de
manera que el hilo que Dios le dio resultó largo y lo dejó colgando. En cambio,
el ángel que cosió a Eva era excesivamente minucioso. Tanto, que el hilo no le
alcanzó y le faltó coser un pedacito.
- (Sonriendo) ¿Eso
le dijo una monja a tu abuela? ¿Cuándo
nació tu abuela?
- El 22 de
septiembre de 1890.
- ¡Atrevida para la
época, la monjita!
- Francesa. Y en la
intimidad de la escuela.
¿Repuesta ya?
- No fue para
tanto, no tengo que reponerme de nada. ¿Viste algo?
- Noo, hice que
miraba. Además, te separé apenas unos centímetros del cuerpo la cintura del
pantalón. ¡Che! ¡Después de todo no me tenías tanta confianza!
- Me sorprendiste,
no lo esperaba. Me asusté un poquito, pero no mucho. No lo esperaba. Yo nací en
la verdad, no estaba preparada para algo así. Supongo que las mujeres del mundo
están más fogueadas.
- ¿Me peddonáz?
[¿Me perdonas?]
- (Abrazándome)
¡Con lo que te quiero, señor mayor, como para no perdonarte! Tengo que hacer la oración de cierre del
estudio.
- Bueno. Y después
me vas a decir qué tenés ganas de cenar. Algo que te guste muchísimo. Pero que
no sea un pavo a la York, ni faisán, ni caviar, que por aquí no se consiguen.
Vamos a comprar las cosas y yo cocino para ti. Después te acompaño hasta tu
casa, para quedarme tranquilo porque te dejé a salvo, bien cerradita bajo llave
y con el repelente para mosquitos.
- Como quieras,
niño señor mayor. Hago la oración…
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(1)
Con un lenguaje como de niño que
recién comienza a hablar:
¿Tú
tienes pitito?
¿Tienes
o no tienes pitito?
¿Por
qué no tienes?
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