No se vende, pero fue comprado

El contenido de este blog no puede ni debe ser vendido, pero ha sido comprado.
El tiempo que uno dedica a las cosas o a las personas es lo que las vuelve valiosas. Cuando doy mi tiempo a algo estoy cediendo mi vida, la vida que transcurre en ese tiempo. El receptor termina teniendo algo mío. Esta es la clave para cumplir con el mandato de Levítico 19: 18: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Pero Jesús nos dio un nuevo mandamiento: Amar al prójimo más que a uno mismo, hasta dar la vida por él. (Juan 15: 12-13) Salvo para defender la integridad de algún integrante de la familia o de alguien muy amado, nuestro sacrificio no es beneficioso en la forma en que resulta el de Cristo. Perder la vida cruentamente en beneficio de otro no redime porque somos pecadores. Pero sí es posible dedicarle tanta atención a alguien que podamos afirmar que hemos dejado la vida en él o por él. No de manera cruenta o sacrificial, sino en cuanto a entrega y dedicación. Así como le dedicamos nuestra vida a Jehová, también es bueno darla por otro invirtiendo nuestro tiempo en él.
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domingo, 9 de marzo de 2014

Querido diario




Diario íntimo de Félicité Marie

París, 5 de Enero de 1890
Querido diario:
En estos días en que estuve de visita en París conocí a un joven terrateniente argentino. Es amable, muy culto, me llena de atenciones. Estoy deslumbrada, ansío verlo cada minuto del día. Convenimos encontrarnos pasado mañana frente a Nuestra Señora de París. Siempre me sorprende. Ignoro adónde me llevará; la que parece una turista, soy yo.

París, 6 de Enero de 1890
Querido diario:
Hoy no pasó nada digno de ser contado; excepto que estuve eligiendo ropa para mañana, día en que me reencontraré con mi deslumbrante caballero. No hice más que pensar en él.

París, 7 de Enero de 1890
Querido diario:
Hoy pasé un día maravilloso. Definitivamente, estoy enamorada. No creo que mis padres objeten la relación. Él es de nuestra clase, tiene tierras en la provincia de Santa Fe, en Argentina. No es político, pero es nieto de un gobernador, alcalde –como papá-, senador vitalicio y ex militar de su provincia, de quien heredaron las tierras. Parece que también fue muy amigo de un presidente argentino, el general Roca, si mal no recuerdo.
Me paseó con solvencia por los mejores lugares de París. No creo que papá piense que es un caza-fortunas, no le hace falta.

París, 10 de Enero de 1890
Querido diario:
Estos dos días anteriores no me resultaron suficientemente largos como para dedicarte un tiempo. Vuelo, toco el cielo con las manos. Lo amo, lo amo, estoy loca por él.
Hoy fue un encuentro particularmente íntimo. Mi cuerpo vibró, me sacudí un par de veces, se me erizó la piel. Es una pasión incontrolable, casi me pierdo. Pero no tengo miedo, quiero verlo otra vez, no puedo resistir el reencuentro. Quisiera no irme jamás de su lado.

[….]

París, 20 de Enero de 1890
Querido diario:
Hoy me entregué a él, moría si no lo hacía. Lo amo, quiero hacerlo otra vez.

París, 21 de Enero de 1890
Querido diario:
Hoy volví a amarlo. Fue maravilloso. Pero no ha sido un día feliz. Me dijo que mañana viaja a Buenos Aires; su carro parte al medio día. El corazón se retuerce dentro de mí. Mañana estaremos juntos antes de que se vaya. Tengo ganas de llorar.

París, 22 de Enero de 1890
Querido diario:
Me entregué por tercera vez a él y se fue. No podía dejar de abrazarlo, no quería soltarlo, pero se fue. Me invade un vacío frío y oscuro, una soledad infinita.
Es un viaje largo por tierra y por mar, que Dios lo proteja y, por favor, que vuelva a mí.
Él dijo que volvería pronto, en unos pocos meses. ¿Por qué no le creo?
Estoy muy sola en París. Mañana haré lo necesario para volver a Dannes y hablar con mi madre, la necesito. Quiero volver a casa.

[…]

Dannes, 1º de Marzo de 1890
Querido diario:
Estoy intranquila. No me vino el período. Espero unos días más y consulto con el médico familiar. No sé cómo voy a vencer la vergüenza. Le conté a mamá parte de lo que pasó, pero no le dije que me había acostado con él.

[…]

Dannes, 25 de Marzo de 1890
Querido diario:
La segunda falta. Temo lo peor. Esta tarde voy a ver al médico familiar. Cuando me confirme lo peor, tendré que juntar coraje para contarle todo a mamá. Ni pensar puedo cómo enfrentar a mi padre.

[…]

Dannes, 1º de Abril de 1890
Querido diario:
Confirmado mi embarazo. Hablé con mi madre. Comenzó a llorar y me abrazó. Mientras me sostenía con un brazo, con el otro me pegaba en mis glúteos retándome: «¡¿Qué hiciste?! ¡¿Por qué lo hiciste?!»
Fue doloroso, pero su abrazo también me hizo saber que no estaba sola.
Lo peor de todo fue enfrentar a papá, pero con mi madre detrás de mí. Se le nublaron los ojos, hizo una mueca de dolor, se compuso y dijo que tendría que irme lejos de las miradas de nuestros vecinos.
Hizo arreglos para que me desplace a un chalet en el pequeño pueblo de Trévou-Tréguignec, en Côtes d’Armor, Bretaña;   con una mujer que atenderá mi casa. Mamá debe quedarse con él.
El 17 de Octubre cumpliré 22 años lejos de mi casa, en un ambiente extraño. Nadie, o casi nadie, sabrá allí que soy la hija del alcalde de Dannes. ¿Por qué me pasó esto a mí?

[…]

Trévou-Tréguignec, 20 de Abril de 1890
Querido diario:
Es un pueblo chico, de unos mil habitantes. El chalet en el que vivo es digno, pero cabría una decena de veces en el castillo de Dannes. La señora que me acompaña es correcta y distante, muy callada. No era personal nuestro antes de venir ni la he visto nunca; debe ser de otra ciudad. Estoy sola en una cárcel cómoda.
A fines de Septiembre será mi parto. Espero que mi madre venga a acompañarme. Hace un mes que le escribí a mi amor en Argentina, anhelo que me responda y le dé fin a esta pesadilla. Deberé aguardar tres o cuatro meses antes de recibir una respuesta suya.

[…]

Trévou-Tréguignec, 1º de Septiembre de 1890
Querido diario:
Mamá vino a verme. Es la primera vez que viene desde que me afinqué aquí. Dice que nos vamos a París las dos, para que alumbre allí, con más medios que en este pequeño lugar. En dos días salimos.
Conocí al maestro zapatero de este lugar, Eugène Françoise Lageat; conversó conmigo y se interesó por mi embarazo. Hizo algunas preguntas indiscretas. No parece mal hombre.
Él no escribió.

[…]

París, 25 de Septiembre de 1890
Querido diario:
El 22 de Septiembre nació una niña. Le puse por nombres Carmen Iréne Georgette. No tiene padre que la haya reconocido. Soy la vergüenza de la familia.
En unos días salgo de nuevo para Trévou, no puedo volver a Dannes.

[…]

Trévou-Tréguignec, 5 de Octubre de 1890
Querido diario:
De nuevo aquí, con mi hija y la mujer que me atiende. En doce días es mi cumpleaños. ¿Vendrán mis padres?
Hoy me crucé con Eugène y paró a conversar un rato. Dijo que vendría a visitarme.

[…]

Trévou-Tréguignec, 18 de octubre de 1890
Querido diario:
Ayer pasé sola mi cumpleaños. Mamá mandó a un emisario con un obsequio. No era eso lo que necesitaba.
Hoy fui a ver a Eugène, me acosté con él. No fue la pasión de París, ni cerca. Me propuso matrimonio, le daría su apellido a Carmen.
Pertenecemos a mundos diferentes. No lo amo con locura, le tengo cierto cariño. Podría volver a Dannes. Él cambiaría de vida, es verdad, pero era un trabajador antes. No voy a consultar a mis padres, es mi vida y soy mayor de edad. Podría volver a mi mundo guardando las formas. Estuve sola mucho tiempo. Me pregunto si no seguiré sola allí; mis ojos se abrieron. Pero es mi mundo, ese es mi mundo, aunque nadie acompañe a mi corazón.

[…]


Trévou-Treguignec, 26 de Mayo de 1891
Querido diario:
Mañana me caso con Eugène.

[…]

Dannes, 1º de Abril de 1898
Querido diario:
La cosa no da para más. Voy a divorciarme de Eugène. Dejó de trabajar, comenzó a malgastar nuestro dinero, me fue infiel. Esto ha sido un infierno. Carmen está pupila en una escuela de monjas en Trévou desde 1896. Viene los domingos a visitarme.

[…]

Dannes, 19 de Abril de 1898
Querido diario:
Ayer nos divorciamos. Eugène cobró una suma de dinero realmente importante. Es el precio que me costó el “baño moral” con el que pretendí limpiar mi fama. Me dijo que comprará una cámara oscura y que se dedicará a la fotografía, que no me va a molestar más. No siento dolor, nunca lo amé, no como a él. Nos usamos mutuamente, pero esperaba un mínimo de respeto.
¿Existe el amor?

Diario de Carmen Iréne

Trévou, 22 de septiembre de 1908

Las monjas, las novicias y mis compañeras me cantaron el feliz cumpleaños. Me hicieron una torta muy sabrosa, con cremas y frutas.
Dieciocho años. Termino el ciclo de este año y salgo libre.
El último domingo que estuve en Dannes con mi madre tuve una conversación de mujer a mujer con ella. Me contó que Eugène no era mi verdadero padre. Ahora entiendo.
No voy muy seguido por allí, no tengo ganas de ir. No importan los motivos. Los que fueron mis padres no me amaron como yo necesitada. No me trataron mal; me dieron lo mismo que a los perros del castillo: cucha y comida. Pero a los perros no los escondían, eran de razas muy puras, valiosos ejemplares. Yo no tuve esa suerte.
¿Volveré a Dannes? Seguramente, es mejor cucha que esta escuela, por bien que me hayan tratado. Además, allí puedo ir y venir, ya seré libre en poco tiempo.
Mamá me dijo que mi padre está en Argentina. Quisiera conocerlo.
¿Existe el amor?


Un escrito de Carlos, nieto de Carmen Iréne, de octubre de 2010.

Mis hijos me pidieron que les haga un árbol genealógico con alguna información de sus raíces.

Comencé a hacer esto para satisfacerlos. En poco tiempo empecé a entusiasmarme, sobre todo después de ver lo poco que sabía de mis más cercanos parientes.

La primera sorpresa que me llevé fue cuando supe que la madre de mi abuela se había casado el año siguiente al de su nacimiento. Ella nunca nos contó eso, pese a que murió cuando sus nueve nietos ya éramos adolescentes o jóvenes mayores de edad.

Mi abuela vivía con su hija menor, pero se quedaba algunos fines de semana con nosotros. Era muy cariñosa. Nos cantaba antiguas canciones en francés y nos relataba algunas tradiciones de sus días. Anécdotas de su escuela. Cosas de su viaje en barco. Que sus padres eran inmensamente ricos. Siempre supimos que había estado pupila y que sus padres se habían separado, pero nada más.

De su madre no me contó nada. Cuando relataba sus visitas al castillo mencionaba, por ejemplo, sus baños en el mar. Pero decía que en la playa la esperaba el mayordomo con  una salida de baño y una copita de vino dulce, para contrarrestar el frío. De la madre, nada. Ni el nombre. Me enteré siendo adulto, ahora, a pedido de mis hijos, hombres que ya no viven conmigo.

De su esposo, su “negro José”, contaba que era mujeriego y jugador, que lo había dejado. Narraba sus hazañas en su lucha contra la mafia, de sus “locuras” (por piedad lo pongo entre comillas) y de su ternura para con ella y las chicas. Nunca supe en qué fecha se casaron, si es que lo hicieron.

Me resulta muy sorprendente una coincidencia: me escribieron unos familiares franceses y un historiador que investiga la vida de Eugène Lageat. Tienen datos de Carmen –mi madre- y de su hermana menor, “Pocha”; pero no sabían nada de Nelly,  la hermana mayor. Me contactó un primo segundo mío llamado Agustín, sobrino nieto de mi abuelo José. Ni él ni su madre sabían de la existencia de Nelly. ¿Por qué? ¿Mi abuela repitió la historia? ¿Se casó después del nacimiento de su primera hija? ¿Cómo es que la sobrina no sabía nada? ¿Estaba distanciado mi abuelo de sus hermanos?

 No sé cuándo hizo el viaje a la Argentina ni por qué. Mi abuela me dijo que había viajado con amigos de la familia que conocían mi país y hablaban español. A mi primo Roberto le dijo que había viajado con su madre a vender unos campos que poseían acá. En 1910 estaba todavía en Francia, porque nos contó del pánico que tenía la gente con el cometa Halley.

¿Vino a conocer a su verdadero padre? ¿Por qué venir aquí si era dueña –única heredera- del castillo de su madre y de una casa en la Costa Azul?

Cuando reflexiono en la historia llena de incógnitas de mi abuela recuerdo “El Principito”. Los seres humanos vivimos aislados en asteroides pequeños. Tan pequeños que en ellos cabe una sola persona, a lo sumo dos. Cuánta incomunicación, cuántos miedos, cuántas culpas. Cuánto amor a medias, a gatas, escaso, como muestra gratis.

Mi abuela se durmió en la muerte. Algún día oirá la voz del Pastor excelente que le dirá que se levante. Se levantará en un paraíso, en un mundo diferente. En un mundo que no será una colección de pequeños asteroides, como este, en donde no tengamos que estar obligadamente solos por falta de espacio. Estará aquí, aquí mismo, pero será otro. Otro mundo en el mismo planeta.

¿Nos contará? ¿Nos abrirá su corazón? ¿Se permitirá y nos permitirá dejar de estar aislados?

Dejar de estar solos… Abolir el miedo y la vergüenza. ¿Será posible semejante milagro?




El château como era en los días de mi abuela.




El "corazón" del castillo, vista interior.




Así está hoy.


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