No se vende, pero fue comprado

El contenido de este blog no puede ni debe ser vendido, pero ha sido comprado.
El tiempo que uno dedica a las cosas o a las personas es lo que las vuelve valiosas. Cuando doy mi tiempo a algo estoy cediendo mi vida, la vida que transcurre en ese tiempo. El receptor termina teniendo algo mío. Esta es la clave para cumplir con el mandato de Levítico 19: 18: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Pero Jesús nos dio un nuevo mandamiento: Amar al prójimo más que a uno mismo, hasta dar la vida por él. (Juan 15: 12-13) Salvo para defender la integridad de algún integrante de la familia o de alguien muy amado, nuestro sacrificio no es beneficioso en la forma en que resulta el de Cristo. Perder la vida cruentamente en beneficio de otro no redime porque somos pecadores. Pero sí es posible dedicarle tanta atención a alguien que podamos afirmar que hemos dejado la vida en él o por él. No de manera cruenta o sacrificial, sino en cuanto a entrega y dedicación. Así como le dedicamos nuestra vida a Jehová, también es bueno darla por otro invirtiendo nuestro tiempo en él.
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domingo, 17 de noviembre de 2013

Empezar a ser




El amor es lo más destacable de todo cuanto existe, desde el mismo momento en que la Palabra Inspirada dice: “8 El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor.” (1ª de Juan 4: 8) y, también, “Dios es amor” (1ª de Juan 4: 16, 2º párrafo, ab initio)

La Sociedad bien ha enseñado que Dios no creó todo por necesidad, sino por amor. Jehová es el Creador y la fuente de vida, de forma que no solamente es el Creador, sino el Sostenedor de todas las cosas. Las cosas son y se mantienen por Amor.

El papel destacado del amor fue enseñado por Jesucristo: “35 Y uno de ellos, versado en la Ley, preguntó, para probarlo: 36 «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?» 37 Él le dijo: «”Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” [Deuteronomio 6: 5]. Este es el más grande y el primer mandamiento. 39 El segundo, semejante a él, es este: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo” [Levítico 19: 18]. 40 De estos dos mandamientos pende toda la Ley, y los Profetas».” (Mateo 22: 35-40)

Más tarde, por inspiración, las Escrituras, registran: “8 No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse unos a otros; porque el que ama a su semejante ha cumplido [la] ley. 9 Porque el [código]: «No debes cometer adulterio, No debes asesinar, No debes hurtar, No debes codiciar», y cualquier otro mandamiento que haya, se resume en esta palabra, a saber: «Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo». 10 El amor no obra mal al prójimo; por lo tanto, el amor es el cumplimiento de la ley.” (Romanos 13: 8-10) Ver: 1ª a los Corintios 13: 1-8.

Pero entonces, ¿no somos todos pecadores? ¿No es el corazón traicionero? Sí, somos pecadores y el corazón es traicionero (Romanos 3: 23;  Salmos 51: 5;  1ª de Juan 1: 8;  Jeremías 17: 9)  ¿Por qué peca una persona? Tanto que sea perfecto como imperfecto: por falta de amor. Adán pecó por falta de amor.

La única esperanza de no pecar se basa en poder llegar a amar al máximo, hasta las lágrimas, hasta el dolor, hasta el sacrificio, de todo corazón, con cuerpo y vida, con el gozo de dar. Sea a Dios o a los seres humanos, hombres o mujeres, da lo mismo. La única garantía que podemos llegar a tener es el amor. Si amamos santificamos al objeto de nuestro amor, sacralizamos la relación: madre, padre, hermanos, hijos, amigos, esposos. “El amor no obra mal”.

Dios puso amor y la capacidad de amar en nosotros. Fuimos creados a su imagen y semejanza. También se nos dio un talento de amor. Algunos, como el esclavo indolente, temen desagradar al Amo y entierran su amor por temor a perderlo “negociando” [Mateo 25: 24-30]. ¿Qué dice el Amo? “18 No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor ejerce una restricción. En verdad, el que está bajo temor no ha sido perfeccionado en el amor.” (1ª de Juan 4: 18) Nosotros somos imperfectos y pecadores; pero no hay límite para nuestra capacidad de amar. Si no fuera así, estaríamos perdidos. Ni el rescate podría salvarnos. Porque para que el rescate sea efectivo, debemos conocer, amar y ejercer fe. Pero si traslado montañas y no tengo amor, nada soy. (1ª a los Corintios 13: 2)

El que ama imperfectamente, con una restricción, con reticencia, tiene más posibilidades de pecar que el que ama sin tapujos, con libertad y entrega. Por eso Dios dice: “Contra el amor no hay ley.” El que ama sin medida, sin más medida que no ofender a Dios ni al amado, cumple con la ley, porque la ley es un código de amor. (Vea Gálatas 5: 22 y 23, la deducción es automática. Vea, también, que pone al amor en primer término) [1]

¿No corremos el riesgo de llorar? ¿No es osado el compromiso íntimo, profundo, sentimental? Sí, cuando se crean lazos se corre el riesgo de llorar. La vida es riesgo. No por eso dejamos de vivir. Inquieran a Jehová si no “lloró” por nosotros.

¿Qué hizo Jehová con Caín? Le advirtió y lo dejó hacer. No puso un ángel con una espada flamígera alrededor de Abel; no le prohibió acercarse a su hermano. Dios le dio libre albedrío al hombre. Jehová se respeta a sí mismo y respeta a sus creaciones. Lo dejó hacer (porque "[el amor] tod[o] l[o] espera"  [2] (1º a los Corintios 13: 7). Caín hizo un desastre. Pero nada que Dios no pueda arreglar a su debido tiempo.

Los hombres no pueden ser más que Jehová. Un consejo, una advertencia, no es una orden, mucho menos, una ley. Jehová no actúa de esa manera. Los consejos se aceptan o no, no se obedecen. Las leyes y las órdenes sí deben ser observadas. Como vimos, amar es una obligación. Lo demás es vida, lo demás es riesgo.

Si amamos con todo, cuerpo y vida, corazón y espíritu, el riesgo se minimiza o desaparece. Está escrito: si no podemos amar, nada somos. Solo se trata de vivir, solo se trata  de empezar a ser



Ramos Mejía, 31 de octubre de 2013.


Por si no lo pensó:

[1]  El pueblo de Israel tenía la ley grabada en piedra. Sin embargo, el profeta de Dios dijo, en su Nombre, que Dios alistaría un pueblo que tendría la ley grabada en el corazón. El corazón, metafóricamente hablando, simboliza la personalidad del hombre en su estado más profundo, la fuente de sus deseos, sus valores y metas, lo que lo mueve a actuar y buscar. Este corazón es uno solo. El "corazón traicionero" de Jeremías 17: 9 es el mismo de Jeremías 31: 33 y el de Mateo 22: 35-40. ¿Grabaría Jehová la ley en nuestros corazones para que luego la traicionáramos? ¡Un rotundo NO! La única manera de conciliar estas dos expresiones es considerando que el corazón y la personalidad se pueden convertir. ¿Cómo? Por amor, es claro. La secuencia sería: Conocimiento de la verdad, fe, amor, arrepentimiento y conversión. Pero, sin amor no puede haber arrepentimiento y, sin él, tampoco conversión. Aún así, el amor y la conversión no nos quitan la calidad de pecadores. ¿Cómo evitar pecar contra el prójimo [3]? Nuevamente amando. Porque pecar contra otro implica automáticamente que no lo amo como a mí mismo. Si lo amo menos que a mí estoy siendo injusto, inicuo. [in: partícula negativa; aequus: igual. Que no trata por igual; que no observa la equidad; desparejo; injusto. Vea Lucas 11: 13].

«31 “¡Mira! Vienen días —es la expresión de Jehová—, y ciertamente celebraré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; 32 no uno como el pacto que celebré con sus antepasados en el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, ‘el cual pacto mío ellos mismos quebrantaron, aunque yo mismo los poseía como dueño marital’, es la expresión de Jehová.”
33 “Porque este es el pacto que celebraré con la casa de Israel después de aquellos días —es la expresión de Jehová—. Ciertamente pondré mi ley dentro de ellos, y en su corazón la escribiré. Y ciertamente llegaré a ser su Dios, y ellos mismos llegarán a ser mi pueblo.”
34 “Y ya no enseñarán cada uno a su compañero y cada uno a su hermano, diciendo: ‘¡Conozcan a Jehová!’, porque todos ellos me conocerán, desde el menor de ellos aun hasta el mayor de ellos —es la expresión de Jehová—. Porque perdonaré su error, y no me acordaré más de su pecado.”» (Jeremías 31: 31-34)

«6 Pero ahora [Jesús] ha obtenido un servicio público más admirable, de modo que también es mediador de un pacto correspondientemente mejor, que ha sido establecido legalmente sobre mejores promesas.
7 Porque si aquel primer pacto hubiera estado exento de falta, no se habría buscado lugar para uno segundo; 8 porque él encuentra falta en el pueblo cuando dice: “‘¡Mira! Vienen días —dice Jehová— y celebraré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; 9 no según el pacto que hice con sus antepasados en [el] día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, porque no continuaron en mi pacto, de modo que dejé de interesarme en ellos’, dice Jehová”.
10 “‘Porque este es el pacto que pactaré con la casa de Israel después de aquellos días —dice Jehová—. Pondré mis leyes en su mente, y en sus corazones las escribiré. Y yo llegaré a ser su Dios, y ellos mismos llegarán a ser mi pueblo.
11 ”’Y de ningún modo enseñarán ellos cada uno a su conciudadano y cada uno a su hermano, diciendo: “¡Conoce a Jehová!”. Porque todos ellos me conocerán, desde [el] menor hasta [el] mayor de ellos. 12 Porque seré misericordioso en cuanto a sus hechos injustos, y de ningún modo recordaré más sus pecados.’”
13 Al decir él “un nuevo [pacto]” ha hecho anticuado al anterior. Ahora bien, lo que se hace anticuado y envejece está próximo a desvanecerse.» (Hebreos 8: 6-13)

«19 Y ciertamente les daré un solo corazón, y un nuevo espíritu pondré dentro de ellos; y ciertamente removeré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, 20 para que anden en mis propios estatutos y guarden mis propias decisiones judiciales y realmente las ejecuten; y realmente lleguen a ser mi pueblo y yo mismo llegue a ser su Dios”’» (Ezequiel 11: 19-20)

«26 Y ciertamente les daré un corazón nuevo, y un espíritu nuevo pondré dentro de ustedes, y ciertamente quitaré el corazón de piedra de su carne y les daré un corazón de carne. 27 Y mi espíritu pondré dentro de ustedes, y ciertamente actuaré de modo que en mis disposiciones reglamentarias anden, y mis decisiones judiciales guarden y realmente ejecuten.» (Ezequiel 36: 26-27)


[2] Jehová no usó la presciencia para saber si Caín iba a matar a Abel; simplemente le advirtió, lo amó, respetó su libre albedrío y esperó que él reflexionara y corrigiera su rumbo. De haber usado la presciencia, hubiese faltado a su palabra (Isaías 55:11 -Él le otorgó libertad de elección al hombre-) y también habría sido partícipe del pecado de Caín, pero eso es imposible: es impensable que Dios falte a su palabra y que incurra en pecado.

[3] Prójimo es un concepto, etimológicamente cognado con próximo, que puede utilizarse como sinónimo de semejante, cercano o vecino. En lingüística histórica, se llama cognados o dobletes a aquellos términos con un mismo origen etimológico, pero con distinta evolución fonética. El vocablo se deriva del latín cognatus, de co- (con) y -gnatus, natus, participio del verbo latino nascì "nacer". Su traducción literal sería consanguíneos, con un mismo antepasado, o relacionado por una misma naturaleza, característica o función análoga. [Copiado de Wikipedia]

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