No se vende, pero fue comprado

El contenido de este blog no puede ni debe ser vendido, pero ha sido comprado.
El tiempo que uno dedica a las cosas o a las personas es lo que las vuelve valiosas. Cuando doy mi tiempo a algo estoy cediendo mi vida, la vida que transcurre en ese tiempo. El receptor termina teniendo algo mío. Esta es la clave para cumplir con el mandato de Levítico 19: 18: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Pero Jesús nos dio un nuevo mandamiento: Amar al prójimo más que a uno mismo, hasta dar la vida por él. (Juan 15: 12-13) Salvo para defender la integridad de algún integrante de la familia o de alguien muy amado, nuestro sacrificio no es beneficioso en la forma en que resulta el de Cristo. Perder la vida cruentamente en beneficio de otro no redime porque somos pecadores. Pero sí es posible dedicarle tanta atención a alguien que podamos afirmar que hemos dejado la vida en él o por él. No de manera cruenta o sacrificial, sino en cuanto a entrega y dedicación. Así como le dedicamos nuestra vida a Jehová, también es bueno darla por otro invirtiendo nuestro tiempo en él.
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lunes, 24 de octubre de 2016

Unos ojos claros


Hace unos días que tuve un momento de comunicación profunda con una mujer apenas conocida. Ella es psicóloga, es casada, tiene hijos, treinta y ocho años de vida (uno más que mi hijo menor) y ojos claros, que vi por primera vez como todos deberíamos hacerlo siempre unos con otros.

Yo estaba trabajando en su casa y la comunicación empezó de su parte, cuando me dijo que su suegra le había dicho que si algo tenía yo, era que transmitía paz. Me sorprendió que su suegra dijera algo tan lindo de mí, porque ella conoce algunos aspectos negativos de mi vida y nunca hubiera esperado una opinión tan favorable de parte de esa mujer. Le expresé mi sorpresa por que su suegra hubiera dicho eso de mí y fue ese retorno el que dio paso a una conversación fuera de lo común.

Seguidamente le dije que varias personas me habían dicho lo mismo, pero que, si bien yo era pacífico, en mi interior era un volcán y que trataba por todos los medios de que nunca hiciera erupción. Ella dio una respuesta muy acorde a sus estudios y pasamos a otro tema: el amor, la soledad, la falta de comunicación. Yo le hablé de El Principito, libro en el que la soledad y el aislamiento de los seres humanos están simbolizados por los seres que viven solos, cada uno en un asteroide diferente. Ella dijo que no sabía si existía el amor. Eso me conmovió mucho, me dio ganas de hablar largo y tendido con ella del tema. Pero eso no sucedió hasta hoy.

Pero sí quedé pensando en esa paz que ven o sienten los demás en mí y que yo no estoy tan seguro de tener.

Hay paces y paces. Está, por ejemplo, la paz de los sepulcros. El asesino, el asceta, el filántropo, el atormentado y cualquier otro personaje que se nos ocurra, todos descansan en paz en sus tumbas. No es esa mi paz, yo estoy vivo.

En mi vida he sufrido mucho, de una manera muy particular, muy mía. Yo tuve techo y abrigo, alimentos y juguetes, educación, un buen hermano, amigos y amigas, esposa e hijos que no me trajeron problemas y me dieron satisfacciones. Pero he sufrido mucho. Ese sufrimiento crea tensiones que se acumulan –que afectan la salud- y que pueden aflorar alguna vez como erupciona un volcán, cuando esas tensiones vencen las fuerzas que las resisten y contienen.

Pero, pensando, me di cuenta que el sufrimiento intenso o prolongado puede producir un tipo especial de paz. Todos los seres humanos padecemos de dos defectos fatales: orgullo y egoísmo. Todos los pecados se originan en estas dos fuentes. Hay pecados que nos dañan solamente a nosotros mismos, pero otros afectan a los demás. Cuando un sufrir se origina en una acción extraña, ajena, podríamos decir que es un sufrimiento exógeno. Si es producto de un error propio, un sufrimiento endógeno, al padecer las consecuencias de nuestras faltas. Todo se paga, por acción o por omisión, nuestras acciones nos acarrean premios o castigos, que casi nunca son divinos, sino que se desprenden “naturalmente” de lo que hacemos o dejamos de hacer. Si doy un paso adelante al borde de un precipicio, no es Dios que me castiga.

Cuando uno sufre, lo primero que hace es padecer; reflexionar no es inmediato, viene después. Esas emociones crean rencores, culpas, desprecios. Hacia uno mismo o hacia otros, según sea el origen de lo que nos afecta. Si uno se queda con las emociones y no las procesa, permanece en la falta de paz, en un estado de guerra y de no perdón. Pero, cuando uno reflexiona y trata de comprender lo que pasó, lo que hizo posible el error o la falta, la cosa cambia. La comprensión conlleva un principio de perdón, cuando uno entiende las razones por las que hizo algo, o por las que otra persona nos afectó, las emociones nefastas se aplacan, hay, por lo menos, una mitad de perdón ganada. Esa distensión, esa tregua que da la comprensión nos da la oportunidad de corregir nuestras faltas y de acercarnos a dialogar con el ofensor, según sea el caso.

La persona que ha sufrido mucho y que no quedó encerrada en las emociones dañinas; el que sufre y medita cuando llega el momento, es un ser que está dispuesto a perdonar y a acortar distancias. Una  palabra apacible puede transmutar a un enemigo en un amigo entrañable o, al menos, en un vecino amigable. El que sufre mucho y comprende suele ser mejor persona que el que tiene una vida más llevadera y no se detiene a adquirir sabiduría. Porque cuando la guitarra suena jota, bailamos; cuando plañe, lloramos y pensamos en lo que pasó y por qué. El que sufrió y no se guardó el odio tiene más facilidad para usar empatía  y hasta para ser altruista, esto da una forma de paz.

Es una paz que descansa en un sustrato de dolor y que puede guardar tensiones y rencores no totalmente resueltos. No es una paz de resignación. Es una paz basada en el conocimiento de nuestras propias miserias y de las ajenas y en la seguridad de que el amor puede hasta hacer desaparecer el orgullo y el egoísmo que nos arruinan a todos. En definitiva, es una paz basada en dos cosas: amor y verdad.

Si no conocemos la verdad, no podemos ser libres, ni perdonar, ni corregir, ni vivir en paz. Es más: si no conocemos la verdad, no podemos amar.



lunes, 26 de septiembre de 2016

Hermoso y triste


Ella: - Hace un tiempo que vengo relacionándome con tu amiga, la que a veces llamás (llamas) “Princesita”. Es buena persona. Hemos charlado de mujer a mujer muchas veces. Hace unos días estuvimos juntos los tres en su casa, ella se fue a cambiar, se dio una conversación en la que se hizo necesario que ella se acercara a mostrarme algo y vino en ropa interior estando vos presente. ¿Tuviste algo con ella?

Yo: - Tengo algo con ella. También tengo algo con vos (contigo). Pero sí, te entiendo la pregunta, tuve algo con ella.

- Me estás asustando, ¿cometiste inmoralidad sexual con ella?

- En la vida hay blancos y negros, pero muchos más grises. Más allá de lo que puedan decir aquellos que tengan la responsabilidad de juzgarme, afortunadamente para mí, mi Juez definitivo es Dios.

- ¿Podrías explicarme más? Perdoname (perdóname), por la intimidad de nuestro trato me creo con cierto derecho a preguntarte.

- No hay problema, a mí podés (puedes) preguntarme lo que quieras. Hace un tiempo comencé a tratar con ella. Rápidamente la relación cobró una intimidad muy profunda, confesando cosas que no son fáciles de contar a cualquiera. Ella comenzó a decirme cosas muy hermosas, me deslumbraron su dulzura y la ternura que manifestaba hacia mí. En poco tiempo estuvimos besándonos y abrazándonos con hondos sentimientos y con ilusión.
Pero ella no conoce a Jehová y, naturalmente, quiso avanzar más allá de los besos y caricias. Yo tampoco soy de espíritu y mi carne y la suya nos llevaron a estar desnudos en la cama. Allí mi corazón estaba con ella, pero el cuerpo no me acompañó. El amor por Jehová y su Hijo no me dejó concretar nuestros anhelos. Ella quedó frustrada y sin comprender. Traté de explicarle y ella comprendió a medias de qué se trataba. Lo describe como mis tabúes religiosos. Asume que tuve un conflicto entre dos amores. Pero lo que me pasó a mí no es una superstición; ella no lo entiende. Una vez llegó a decirme: “quedate (quédate) con tu Dios”. Me dejó unos cinco días y volvió una noche a casa. Entró, se puso a llorar y me dijo que no podía estar sin mí. Lo intentamos, pero ella comenzó a dejar de besarme como al principio.
Seguimos viéndonos. Conversamos, vemos alguna película juntos, vamos de compras, hago arreglos en su casa. A veces me invita a que duerma con ella y hasta que le haga masajes. Ya no quiere besarme en la boca. Le propuse matrimonio y me dijo que no.

- Tenés (tienes) razón, Carlos. Estás en una bruma gris. No te juzgo. ¿Qué sacas de todo esto?

- Hay cosas que uno sabe, pero que no comprende cabalmente hasta que tiene alguna experiencia que corre definitivamente el velo. Yo sabía, por ejemplo, que las prostitutas no besan para no enamorarse. Por Dios, yo no comparo a mi amiga con una prostituta. Es la mujer de mi vida. Hay dos clases de desnudeces: la desnudez de la piel y la desnudez del corazón. Una mujer te puede dar la desnudez de su piel, pero la entrega no es total si no desnuda su corazón, si no te entrega su ser. La llave para la desnudez del corazón y la entrega del ser está en el beso. Es más importante el beso que una relación erótica. Hay confesiones que se dan a un amigo, pero no se entrega el ser más que a una sola persona; esa persona tiene más que los secretos de los sentimientos de alguien, tiene a ese alguien consigo, si es posible, para siempre. En una relación entre dos sexos nadie te entrega su ser, su rincón más íntimo, si no te besa con ternura. Al principio hicimos eso. Ella llegó a decirme que mis besos eran perfectos, que la besaba tal cual como ella deseaba que la besara un hombre. Tuve la llave de su corazón y cerré la puerta.
Yo quería los dos amores: el amor por Dios y el que sentía por ella. No son amores excluyentes, se puede amar a fondo a ambos seres. Pero ella sintió que amaba más a Dios que a ella misma y algo se rompió en su interior. La perdí, perdí a la mujer de mi vida. 

Saqué algo más: aprendí lo que significa la palabra “soledad”, en el sentido más absoluto del término. Quedé completamente solo. Le pedí a Dios que no la perdiera, pero Él no podía ayudarme a que pecara. Ella dejó de amarme y tampoco podía pedirle ayuda. Ahora comprendo, con dolor, lo que significa soledad.

Adquiero sabiduría. Pero, por favor, preferiría ser menos sabio y más feliz. De una vez por todas, ¡por piedad! La amo y la perdí.

- ¡Ay, Carlos! No llores, me hacés  (haces) sufrir. (Abrazándome) En esa zona gris en la que se mueven ambos me conmueve que ella todavía te pida a veces que duerman juntos, que te dé partes de su cuerpo para que la reconfortes. Me grada ese grado de confianza, como mujer me enternece. Aún enamorado de ella, ¿te conformas con estar cerca y tocarla con algún fin acotado, limitado, como darle masajes? Es hermoso.


- Es mejor que nada, que la ausencia total. A veces se me escapa una mano hacia algún lugar ahora no permitido y ella me reta amablemente. Sí, es hermoso. Hermoso y triste…

sábado, 19 de marzo de 2016

¿Perros vivos o leones muertos?


Ella: - Parece mentira que haya convivido tanto tiempo con él. Me impresiona como si hubiera pasado un tiempo enorme desde que dejamos de vivir juntos. Con el paso del tiempo una olvida las cosas malas y van quedando solamente las buenas, un cariño piadoso que permite ser indulgente con el que ya no está en mi vida. Pasaron siete años... Quizás sea este el secreto de la vida: saber poner distancia y guardar solo lo bueno.

Él: - De esta forma, es como si estuvieses viviendo en un cementerio, rodeada de tumbas y solo de los buenos recuerdos de los que ya no son. El "bueno" de turno sería como el cuidador del cementerio; hasta que lo malo en él, para ti, lo transforme en un muerto más. Pienso que estás equivocada. Yo creo que el secreto de la vida está en saber ver lo bueno de alguien y olvidar lo malo sin tener que alejarse de él.

Vivir en un mundo de olvidados y ausentes no nos enriquece. Tan solo abona nuestro egoísmo, junto con el amor propio "desparejo" ["Ama a tu prójimo como a ti mismo" - Levítico 19: 18] que lo hace po sible, y deja espacio libre para que brote y se desarrolle lo malo que hay en ti misma. Y mañana podrías estar vos en una tumba en el cementerio de los afectos de alguien.


Apostá (apuesta) a la vida. La Biblia dice: "[M]ejor es perro vivo que león muerto". (Eclesiastés 9: 4, Reina-Valera 1960) Que alguien hoy sea para vos un perro abandonado y enfermo, pero vivo, es mucho mejor que el mismo perro transformado en un león muerto por el paso sanador del tiempo y del olvido. Los leones muertos no sirven para nada.

sábado, 19 de diciembre de 2015

La suerte está echada




Él: - ¿Por qué no vuelves a las reuniones? Puedo entender que no quieras concurrir a nuestra congregación, pero hay otras. Después de todo, estás viendo a Graciela, la acompañas a todas partes. Todo el mundo lo sabe y nadie le ha dicho nada a ella; no como antes.

Yo: - Lo sé, pero el mal es más profundo y no depende del lugar en donde me congregue. Basta que diga que tengo una amiga para que repitan el versito: “La Sociedad desaconseja la amistad entre un hombre y una mujer” o algo parecido. De nada sirve que explique que hace veintiocho años que nos conocemos, que nunca pasó nada. No se detienen ni siquiera a considerar las circunstancias particulares de la relación. No disciernen, solo repiten lo que se les dice. No saben ver más allá de lo evidente.
Un día recibí un llamado telefónico de Osvaldo. Me dijo que lo esperara en la plaza, que pasaba a buscarme con el auto para ir a la reunión. Cuando vino, con él estaban una hermana precursora y Mariana. Bajamos del vehículo y entramos al salón. Una mujer me preguntó si la precursora era mi esposa, de igual forma como hicieron unos setenta publicadores cuando Graciela entró conmigo, hace ya cinco o seis años, ¡parece mentira cómo pasa el tiempo! Estuve tres años explicando la naturaleza de la relación, pero fue lo mismo que hablarle a una pared.

Él: - ¡Bueno, no puedes culparlos por obedecer los consejos! Son para bien de todos, incluido tu propio bien.

Yo: - No son para bien. Encerrándose en una burbuja pueden permanecer aparentemente virtuosos. Digo aparentemente porque en cuanto se presente una oportunidad, el hambre y la sed te obligan a saciarte. Los fuerzan a caminar por un desierto con el fin de protegerlos, pero así no aprenden a conducirse y tampoco llegan a amar verdaderamente al que tienen en frente (porque no está cerca, porque no crean lazos, porque no invierten tiempo en el prójimo ni se comprometen con él), que es lo que hace falta para no hacer daño a los que se relacionan con nosotros. El otro debe ser tan o más importante que tú para que no lo uses destructivamente, para que no abuses de él ni lo conduzcas a la muerte. “El amor no obra mal al prójimo; por lo tanto, el amor es el cumplimiento de la ley.” (Romanos 13: 10) Y no es un amor basado solamente en principios, sino que involucra al corazón, a los sentimientos: “Ahora que ustedes han purificado sus almas por [su] obediencia a la verdad con el cariño fraternal sin hipocresía como resultado, ámense unos a otros intensamente desde el corazón.”  (Primera de Pedro 1: 22)
Insisto: no son consejos para bien. Está claro por el fruto que produjeron conmigo. En nombre del Dios que es Amor no se puede prohibir el amor.

Él: - ¡Eso es porque no obedeciste! Si hubieras sido humilde y acatado lo que te decían, Jehová te habría bendecido. Fíjate que en el último texto que citaste habla de la “obediencia a la verdad”.

Yo: - Obediencia a la verdad… ¿Dónde está la verdad?

Él: - En la Biblia, la Palabra de Dios.

Yo: - Curiosamente, dos ancianos vinieron a mi casa a reconocer que la Biblia no dice nada a cerca de la amistad entre un hombre y una mujer. O sea, no hay verdad que obedecer. Lo que no está prohibido está permitido. Decir que algo que no está escrito es “la voluntad de Jehová” es un abuso de autoridad y un adelantarse presuntuosamente. Los nuevos rollos son para el nuevo mundo y serán inspirados, el esclavo no es inspirado, no hoy. Ahora tenemos a la Biblia y no hay lugar para imponer opiniones personales; menos si se enuncian “en nombre de Jehová”.

Él: - Pero también mencionaron un principio bíblico: ”El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?”, como consta en Jeremías 17: 9.

Yo: - Jeremías 17: 9 no es un principio bíblico. Si fuera un principio se cumpliría siempre y, si fuera así, la Palabra resultaría falsa y hasta contradictoria. Porque Jeremías 33: 31 dice que Jehová va a escribir su ley en los corazones de los que le sirven. Ezequiel 36: 26 dice que les cambiará el corazón de piedra por uno de carne; las piedras no aman, la carne y el espíritu sí. Si el corazón fuera siempre irremediablemente traicionero y desesperado, ¿para qué prometería Jehová escribir la ley en los corazones? Y no habla del nuevo mundo, sino del nuestro, de alistar un pueblo que le sirva de corazón, con la ley escrita en la fuente de sus deseos y acciones, no en piedra.

Él: - ¿No piensas obedecer?

Yo: - Si obedezco eso que no tiene apoyo bíblico y que forma parte de algo mayor que conduce a mis hermanos al pecado, no solo estaría pecando con ellos, sino que cometería idolatría. ¿De quién eres testigo? ¿De Jehová o del esclavo?

Él: - De Jehová. Pero el esclavo es quien Dios designó para darnos alimento espiritual y para conducirnos.

Yo: - El alimento y la conducción deben ser preparados a partir de la Biblia y no por lo que ellos piensan. Si no está escrito, no sabemos. Esperemos y sepamos que deberemos responder por nuestras acciones (pero, donde no hay ley no se imputa pecado. - Romanos 4 15; Romanos 7: 7 ). El esclavo fue nombrado sobre nosotros para conducirnos y para alimentarnos. Pero somos co-esclavos de un mismo Señor. Nosotros no somos esclavos del esclavo y no tienen autoridad para ir más allá de lo que la Biblia dice. Tampoco para limitar el libre albedrío de los hermanos; no sobre algo que no está escrito. Jehová es el Dios Todopoderoso y respeta la voluntad de sus creaciones. Pide por favor y no impone.

Él: - ¿No estás haciendo algo muy grande a partir de una relación particular con una mujer?

Yo: - No estoy planteando una cuestión a partir de una relación personal con mi amiga. La actitud de poner normas a partir de pareceres personales de los miembros del gobierno teocrático fue mucho más allá y causó más daño que el que me hicieron a mí. Y puede seguir afectando más a otros en el futuro inmediato, si no cambian de actitud.

Él: - ¿En qué fueron más allá? No puedo creer lo que oigo.

Yo: - Por el tiempo que hace que perteneces a la hermandad creo que debes saber que hace unos cuarenta años el esclavo decía que dentro del matrimonio podía haber fornicación. Ellos decían que ciertas relaciones sexuales contranaturales o pervertidas eran fornicación aun entre los miembros de un matrimonio. Como Jesús había enseñado que el único motivo que podía servir para romper un vínculo matrimonial era la fornicación y que, si el miembro ofendido no perdonaba, podía divorciarse y volver a casarse sin que fuera procedente levantar un cargo por adulterio, permitieron que se disolvieran muchos vínculos con esa base, aparentemente teocrática. Después, en La Atalaya del 15 de julio de 1983, dejaron constancia de un ajuste de entendimiento con respecto a este punto. Resultó que no había tal fornicación en el matrimonio y, por lo tanto, no era teocrático ni correcto permitir la disolución del vínculo. Tuvieron que incluir un párrafo en el que decían que no había que señalar a los que anularon sus matrimonios a partir del entendimiento que tenían antes. Pero no pidieron disculpas. Porque los hermanos no “entendían” por ellos mismos, sino a partir de lo que les enseñaron y ellos aceptaron sin analizar críticamente a la luz de lo que sabían que la Biblia decía. Es así, se publica en La Atalaya y lo creen. No solamente lo creen; no aceptan que otro diga algo contrario aunque muestre base bíblica que lo sustente. De parte de la conducción hubo un adelantarse presuntuosamente considerando y enseñando cosas que la Biblia no dice explícitamente. Pero hubo más: condujeron a otros al adulterio. Como el salario que el pecado paga es muerte, conducir a otro al pecado es equivalente a asesinarlo. Gracias a la inmensa misericordia de Jehová, perdonó a todos los involucrados y los siguió bendiciendo. Pero eso no le quita gravedad a la falta, sobre todo considerando que se mantiene la actitud. En cuanto a los que hicieron caso, se dice que son inocentes porque obedecieron. No es así. Los adultos son responsables por sus actos. Son libres y están bautizados, no pueden ignorar y escudarse en la obediencia para eximirse de pecado. Fueron adúlteros e idólatras, esto último al aceptar sin análisis lo que el esclavo decía (Gálatas 1: 8-9) Pero fueron perdonados por Dios. Los que hacen la obra de los últimos tiempos son ellos y Dios no es injusto para olvidar todo lo bueno que hicieron.

Él: - No sé qué decirte, no quiero apresurarme y luego arrepentirme. Entonces, ¿no piensas volver?

Yo: - Vuelvo si veo que admiten esto y corrigen las cosas. Si no lo hacen, no quiero vivir sin amor. Me juzga Jehová y no discuto su veredicto. Lo que Él decida está bien. Morir es como dormir sin soñar; un instante y ya no eres. No quiero sufrir más. En el Paraíso o en la tumba, Dios decide. Es un Juez justo. Si vuelvo será cuando las palabras “amor” y “hermano” no sean un sonido en la plataforma; quiero que esas palabras se traduzcan en acciones, que sean palpables, no intangibles. Y que nadie ensucie las intenciones de un corazón que no conocen y que no pueden leer. Condenar a alguien por algo que “todavía” no cometió es una injusticia. A mí me quitaron el privilegio de ser publicador por expresar desacuerdo; pero no un desacuerdo caprichoso. Tenía y tengo base bíblica.

Él: - ¿Te arriesgas a morir?

Yo: - Sí, la suerte está echada.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Convicciones y responsabilidad




- Hola, amiga. ¿Cómo estás?

- Bien, gracias. ¿Y tú?

- Mal, pero acostumbrado.

- No voy a decir nada a eso. Sería un error, casi seguramente. Algunos hermanos piensan que estás encaprichado. Yo no estoy tan segura. Dices que te dejaron sin Dios, es algo muy profundo; uno supone que un capricho es más superficial.

- Veo que leíste mi último artículo, confesión, no sé cómo llamarlo.

- Sí, me encontré con un hermano que descubrió tu blog y anduvo leyendo. Me comentó lo que había descubierto y no fue muy agresivo contigo; parecía, más bien, estar apenado por lo que habías sufrido. Eso me llevó a entrar y leer yo también.

- Sí, entraron 55 veces en los días que van del 17 hasta hoy. No sé quiénes, pero hay algunos de Estados Unidos de América. Parece que hay dos que reciben aviso inmediato cuando publico. En cuanto subo el escrito, el sitio me informa que hay dos lecturas en EEUU. Curioso hecho.

- En el anterior escrito hablas de un análisis crítico de las publicaciones como parte de tu responsabilidad de hombre libre. Desearía que me aclararas algo más al respecto.

- Podríamos usar algo real, como una definición de fornicación dada por el esclavo.

- ¿A ver?

- Creo que fue en el año 1983 que se publicó esto en una Atalaya. Decía que fornicación era cualquier tipo de inmoralidad sexual que involucrara por lo menos dos personas y por lo menos un órgano sexual. Esto porque hubo casos judiciales en los que un integrante de una pareja de novios masturbaba al otro y alegaban que no era fornicación. La Sociedad, con mucho tino, decía que no era cristiano estar buscando tecnicismos para aproximarse lo más posible al pecado.

Analicemos esta definición. ¿Puedes imaginar algún caso no trivial que incumpla o, por lo menos, que haga dudar del cumplimiento de la definición?

- A ver… A ver… Es difícil, dejame (déjame) buscar.

[......]

- Te espero, no te preocupes.

- Humm. ¡Ya sé! Un hombre que contrata a dos prostitutas para que ellas jueguen sexualmente delante de él. Él no participa activamente del acto; es un observador.

- ¡Buen ejemplo, eres brillante!

- Gracias. Pienso que la definición se cumple. Hay dos o más personas involucradas y un órgano sexual como mínimo. Hay fornicación.

- El hombre podría decir que las prostitutas fornicaron, que él no. ¿Qué dices?

- Él es un fornicador pasivo. Tiene una parafilia y ha sido el autor intelectual y financista del pecado. Es partícipe pasivo.

- Totalmente de acuerdo. 

- Parece que es una buena definición. 

- Yo te pongo otro caso; algo real, no imaginario. Esto sucedió alguna vez, de la misma forma en que suceden cosas como la que describiste antes. Te cuento: a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, en Occidente había personas que consideraban que el sexo había sido creado por Dios tan solo para la reproducción, que el placer era un pecado, aún en el matrimonio. De tal forma que practicaban el sexo tan solo hasta que la mujer quedaba embarazada y la cubrían con una tela con un agujero convenientemente dispuesto para el fin. Estas pobres mujeres tenían, con suerte, unas tres o cuatro relaciones al año. Estaban un poco nervioshash (nerviosas), como Clarín. (Es una broma basada en la forma de hablar de un ex presidente argentino)

- ¡Ja! Sí, estarían nervioshash, pero más que Clarín. ¡Pobrecitas! Pero, ¿qué tiene que ver con la fornicación?

- Es que estas mujeres habían sido criadas en esas creencias hipócritamente moralistas y creían que era pecado gozar sexualmente con el marido. No podían imaginar, siquiera, transgredir esa regla. Pero la tensión resultaba insoportable; de modo que visitaban a su médico y éste les colocaba un vibrador con el fin de aliviar tensiones. ¿Qué hacía el vibrador?

- Las masturbaba… Entonces, Carlos, según la definición, serían fornicadores; tanto ellas como sus médicos. ¡Claro! Por lo menos dos personas y como mínimo un órgano sexual. Como en el caso de la pareja de novios en la que uno masturbaba al otro… Pero no me gusta, me parece injusto; algo no cierra. 

- ¡Cómo disfruto de hablar con vos! Lo que probablemente no te cierra, es que esas pobres mujeres ni siquiera se masturbaban ellas mismas, sino que iban por ayuda médica. Tampoco los profesionales tenían intenciones sexuales con ellas. Encontramos un caso que, formalmente, hace a la definición incompleta y hasta injusta, si la aplicamos a rajatabla.

- Comprendo. Si acepto todo sin analizarlo, puedo ser partícipe de un pecado y no me exime de responsabilidad, aunque haya atenuantes.

- Hay cosas que no podemos discutir. Si llega la orden de estar mañana en Plaza de Mayo, en ayunas y con un plumero en la mano derecha. ¡Vamos! ¡Sin chistar! Pero si viene el superintendente y me pide que te mate, mi conocimiento bíblico se opone y no hay escusa para mí. Yo no puedo alegar que obedecí y que, por eso, soy inocente. Los cristianos somos gente de fe, no crédulos, actuamos por convicciones firmes y, desde nuestro libre albedrío, somos responsables por todos nuestros actos.

Confiar en Dios




La última vez que nos vimos me dijiste que todo empezaba y terminaba en Graciela y que no mostraba fe en Jehová al no dejar que Él hiciera su voluntad sobre la situación personal de mi amiga. Estuve pensando al respecto. Me conmovió profundamente, porque Jehová no me es indiferente y, si todo era como me decías, la cosa se constituía en algo realmente serio.

Hace poco estudiamos el amor al prójimo. En la parábola del buen samaritano, dos supuestos siervos de Dios pasaron cerca del hermano herido y vilipendiado y no hicieron nada por él. Sin embargo, el samaritano lo atendió y pagó por que se le diera atención en una posada. Esto pudo haber terminado allí; pudo haber sido un rasgo sentimental que luego olvidaría. Pero él se comprometió a volver y a pagar cualquier gasto extra que no hubiera cubierto su pago inicial.

La Biblia no dice nada al respecto de los pensamientos del sacerdote y del levita. Ellos pudieran haber pensado: “Yo confío en Dios; él hará lo necesario para socorrer al caído”, o: “Si hiciera algo por él no estaría mostrando confianza en el poder de Dios”. Tampoco dice si el samaritano tenía fe y confianza. Pero una cosa es clara: el prójimo (próximo) fue el samaritano. Es más, fue él quien le hizo bien al judío caído. Y está escrito que toda dádiva buena procede de Dios. (Santiago 1: 17) ¿Por qué recurrir al milagro cuando hay un semejante cerca? ¿No estamos hechos a imagen y semejanza de Dios? – 1ª de Juan 4: 8, 16.

Cuando estudié la verdad, aprendí que el espíritu no hace por nosotros lo que nosotros podemos hacer, sino lo que está más allá de nuestras posibilidades. Por ejemplo: el espíritu puede hacer que yo recuerde un texto leído cuando sea necesario dar un testimonio; pero no puede hacer que recuerde lo que nunca leí. Hay una parte ineludible que nos corresponde y es responsabilidad nuestra. El resto está en manos de Dios. Cuando los levitas que portaban el Arca se enfrentaron al Jordán crecido y torrencial, era humanamente imposible que lo cruzaran. Debían dar un testimonio de fe. Ellos introdujeron sus pies en el agua y, solo después, el lecho del río quedó seco por milagro de Jehová. Ya habían dado testimonio y era un testimonio de fe, no de poder. El poder de Dios fue usado después para proveerles de lo que carecían: fuerza para cruzar el torrente con el Arca a cuestas o un camino llano. Mojar sus pies era la parte que les correspondía a esos hombres. No era correcto que ellos esperaran a que Jehová abriera el lecho del Jordán antes de manifestar fe y voluntad de servir al Dios de la promesa. Hacer nuestra parte no es muestra de falta de fe. Más de una vez, para hacer nuestra parte hay que tener fe.

Al pie de mis mensajes de correo electrónico se halla una firma que cita un proverbio chino: “Ámame cuando menos lo merezca, ya que es cuando más lo necesito”. Así, literalmente, no está en la Biblia; pero uno puede encontrarlo “desmenuzado” en el Libro (1ª de Juan 4: 10; Romanos 5: 6-8). Tampoco está la frase de la película “Love Story”: “Amar es nunca tener que pedir perdón”. Pero está implícita en 1ª a los Corintios 13: 1-8 y en Romanos 13: 8-10. ¿Cómo tengo que actuar para nunca pedir perdón? Como dicen los textos bíblicos citados. ¿Y cómo hago para efectuar lo que piden los textos? Amando al otro más que a mí mismo.

Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, aunque muy lejos de la sublime altura de Jehová. Pero, más modestamente, “a lo barro”, amamos y necesitamos amor. El amor es el más importante principio bíblico, el fundamental, el que nunca dejará de ser: “8[…] Pero sea que haya [dones de] profetizar, serán eliminados; sea que haya lenguas, cesarán; sea que haya conocimiento, será eliminado. 9 Porque tenemos conocimiento parcial y profetizamos parcialmente; 10 pero cuando llegue lo que es completo, lo que es parcial será eliminado. 11 […] 13 Ahora, sin embargo, permanecen la fe, la esperanza, el amor, estos tres; pero el mayor de estos es el amor.” (1ª a los Corintios 13: 8-10, 13)

Cuando Jehová nos deja un bien, no espera que lo enterremos por miedo a perderlo (Mateo 25: 14-27). ¿Qué hacemos con el amor que Dios nos dio, lo enterramos? (1ª de Juan 4: 18. Ni temor del Amo, ni temor por el co-esclavo nuestro. Hay que amar sin tapujos, con todo el corazón – 1ª de Pedro 1: 22)

Es cierto que hay que amar a Dios por sobre todas las cosas. Pero eso no significa que debamos dejar al más débil por Jehová. (Lucas 15: 4-6; Mateo 18: 12-14) La justicia, cuando hay amor, se modera por la misericordia y la misericordia se ejerce con el más débil, con el que más necesita una ayuda, otra oportunidad. Pero no es solamente la justicia; el amor atiende primero al que más necesita. Jehová es Todopoderoso, nuestros hermanos, barro, como nosotros. ¿Cómo se puede amar al que no se ve si no podemos amar a los que vemos? – 1ª de Juan 4: 20.

Mi amor no empieza y termina en Graciela. Es cierto que ella es la persona que más amo del cielo para abajo. Amo muchísimo a otras personas, pero no tanto como a ella. Y no es que no pueda amar de igual forma a otros; es que no me dejan desarrollar un amor mayor. Graciela me abrió las puertas de su casa y las de su corazón. Los dos dejamos de lado los miedos y construimos una relación de amor. Los demás, unos más y otros menos, se comportan como tortugas: movés un dedo un poco bruscamente y se esconden dentro de su caparazón; no abandonan su coraza, no sacan a tomar aire a su corazón, no se arriesgan.

¿Es un amor exagerado? ¿Se puede exagerar en el amor cuando Jesús mandó que amáramos al otro más que a uno mismo, hasta dar la vida por él? Aún si hubiera pecado por haberme excedido, por una suerte codicia amatoria, me queda una esperanza: Lucas 7: 47. Todos necesitamos a Dios. Yo necesitaba ir a la asamblea. Pero Graciela estaba pasándola mal y ella era la débil, la que necesitaba ayuda. No alcanzó para los dos. Yo perdí, por elección. No tenía para viajar ni para comer. Bueno, para comer no importa, tampoco tuve en mi casa; pero no fían los boletos de micro.



“13 No se maravillen, hermanos, de que el mundo los odie. 14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. 15 Todo el que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene la vida eterna [como cosa] permanente en él. 16 En esto hemos venido a conocer el amor, porque aquel entregó su alma por nosotros; y nosotros estamos obligados a entregar [nuestras] almas por [nuestros] hermanos. 17 Pero cualquiera que tiene los medios de este mundo para el sostén de la vida, y contempla a su hermano pasar necesidad, y sin embargo le cierra la puerta de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? 18 Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad.” –  1ª de Juan 3: 13-18.

¿Cómo podía asistir a un banquete espiritual sabiendo que ella no tenía para comer? ¿Estoy obligado a entregar mi alma por ella –o cualquier otro –, pero no puedo sacrificar una comida, aunque sea espiritual?

Soy algo así como un samaritano figurativo. Es posible que sea despreciado por muchos, como los samaritanos concretos. En los dos meses que Graciela estuvo sin trabajo “pasaron de largo” muchos levitas y sacerdotes. Si Dios ayudó a Graciela, esa ayuda vino a través de mí. Yo fui el prójimo de Graciela. No es por jactarme, pero fui el único.

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Este artículo es un correo electrónico enviado a una precursora amiga [el 23 de agosto de 2014] en ocasión de una de las tantas discusiones en torno a este tema. Después de la línea punteada anterior (que no estaba en el mensaje), terminaba así: 

«Perdón, si te molesta. No tuve a flor de labios esta respuesta cuando hablamos. Después de pensarlo, dio a luz.

Te la mando por amor, no por censura ni nada por el estilo. Simplemente, es lo que me impulsó a hacer lo que hice. Lo que soy.

Gracias por tu sinceridad y por tu compañía. No hace falta coincidir en una opinión para disfrutar de una persona. 

Cariños.» 

Se me ha dicho que debería ponerme contento porque "me están cuidando" (un precursor especial y anciano). ¿De qué? La Primera Carta a los Corintios, capítulo 13, versículo 7, dice que el amor todo lo espera y todo lo cree. Ni me creyeron, ni me esperaron. Antes bien, prohibieron un amor. La primera Carta de Juan, capítulo 4, versículo 8, dice que Dios es amor. La Sociedad enseña que Jehová es la personificación del amor.  Así que, al prohibir un amor limpio, lo que hicieron es prohibirme a Dios, me dejaron sin Dios. Si prohiben el amor, no representan al Dios que predican. Todo lo que enseñan es verdad, pero no la manera en la que viven, escondidos y asustados, sin compromiso por el otro. Moral intachable, pero a costa de una distancia sideral entre las personas. El que se mantiene limpio por estar encerrado en una burbuja estéril, podrá ser un asceta, pero nunca un virtuoso. Virtuoso es el que se arriesga a su propio barro y al ajeno y, sin embargo, se mantiene limpio.

Citas bíblicas:

 "17 Toda dádiva buena y todo don perfecto es de arriba, porque desciende del Padre de las luces [celestes], y con él no hay la variación del giro de la sombra." (Santiago 1: 17)



"8 El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor." (...) "Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en unión con Dios, y Dios permanece en unión con él." (1 Juan 4: 8, 16)



"10 El amor consiste en esto, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados." (1 Juan 4: 10)



"6 Porque, de hecho, Cristo, mientras todavía éramos débiles, murió por impíos al tiempo señalado. 7 Porque apenas muere alguien por un [hombre] justo; en realidad, por el [hombre] bueno, quizás, alguien hasta se atreva a morir. 8 Pero Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros." (Romanos 5: 6-8)


"13 Si hablo en las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, he venido a ser un [pedazo de] bronce sonante o un címbalo estruendoso. 2 Y si tengo el don de profetizar y estoy enterado de todos los secretos sagrados y de todo el conocimiento, y si tengo toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. 3 Y si doy todos mis bienes para alimentar a otros, y si entrego mi cuerpo, para jactarme, pero no tengo amor, de nada absolutamente me aprovecha.
4 El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, 5 no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. 6 No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. 7 Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las espera, todas las aguanta.
8 El amor nunca falla."  (1 Corintios 13: 1-8)


"8 No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse unos a otros; porque el que ama a su semejante ha cumplido [la] ley. 9 Porque el [código]: “No debes cometer adulterio, No debes asesinar, No debes hurtar, No debes codiciar”, y cualquier otro mandamiento que haya, se resume en esta palabra, a saber: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. 10 El amor no obra mal al prójimo; por lo tanto, el amor es el cumplimiento de la ley." (Romanos 13: 8-10)

"14 ”Porque es justamente como un hombre que, estando para emprender un viaje al extranjero, mandó llamar a sus esclavos y les encargó sus bienes. 15 Y a uno dio cinco talentos; a otro, dos; y a otro, uno, a cada uno según su propia habilidad, y se fue al extranjero. 16 Inmediatamente, el que recibió los cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. 17 Así mismo, el que recibió los dos ganó otros dos. 18 Pero el que recibió solamente uno se fue, y cavó en la tierra y escondió el dinero en plata de su amo.
19 ”Después de mucho tiempo vino el amo de aquellos esclavos y ajustó cuentas con ellos. 20 De modo que se presentó el que había recibido cinco talentos y trajo cinco talentos más, diciendo: ‘Amo, me encargaste cinco talentos; mira, gané otros cinco talentos’. 21 Su amo le dijo: ‘¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel! Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas. Te nombraré sobre muchas cosas. Entra en el gozo de tu amo’. 22 En seguida se presentó el que había recibido los dos talentos, y dijo: ‘Amo, me encargaste dos talentos; mira, gané otros dos talentos’. 23 Su amo le dijo: ‘¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel! Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas. Te nombraré sobre muchas cosas. Entra en el gozo de tu amo’.
24 ”Por último se presentó el que había recibido un solo talento, y dijo: ‘Amo, yo sabía que eres hombre exigente, que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste. 25 De modo que me dio miedo, y me fui, y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo tuyo’. 26 En respuesta, su amo le dijo: ‘Esclavo inicuo e indolente, ¿conque sabías que yo segaba donde no sembraba y recogía donde no aventaba? 27 Pues, entonces, deberías haber llevado como depósito mis dineros en plata a los banqueros, y, al llegar yo, estaría recibiendo lo que es mío con interés." (Mateo 25: 14-27)


"18 No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor ejerce una restricción. En verdad, el que está bajo temor no ha sido perfeccionado en el amor." (1 Juan 4: 18)

"22 Ahora que ustedes han purificado sus almas por [su] obediencia a la verdad con el cariño fraternal sin hipocresía como resultado, ámense unos a otros intensamente desde el corazón." (1 Pedro 1: 22)

“¿Qué hombre de ustedes que tiene cien ovejas, al perder una de ellas, no deja las noventa y nueve atrás en el desierto y va en busca de la perdida hasta que la halla? 5 Y cuando la ha hallado, la pone sobre sus hombros y se regocija. 6 Y cuando llega a casa convoca a sus amigos y a sus vecinos, y les dice: ‘Regocíjense conmigo, porque he hallado mi oveja que estaba perdida’. (Lucas 15: 4-6)

12 ”¿Qué les parece? Si cierto hombre llega a tener cien ovejas y una de ellas se descarría, ¿no dejará las noventa y nueve sobre las montañas y emprenderá una búsqueda por la que anda descarriada? 13 Y si sucede que la halla, de seguro les digo, se regocija más por ella que por las noventa y nueve que no se han descarriado. 14 Así mismo, no es cosa deseable a mi Padre que está en el cielo el que uno de estos pequeños perezca. (Mateo 18: 12-14)

 "20 Si alguno hace la declaración: “Yo amo a Dios”, y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto."  (1 Juan 4: 20)


"36 Ahora bien, uno de los fariseos seguía invitándolo a comer con él. Por consiguiente, él entró en la casa del fariseo y se reclinó a la mesa. 37 Y ¡mira!, una mujer que era conocida en la ciudad como pecadora se enteró de que él estaba reclinado a la mesa en casa del fariseo, y trajo una cajita de alabastro llena de aceite perfumado 38 y, tomando una posición detrás, junto a sus pies, lloró y comenzó a mojarle los pies con sus lágrimas, y se los enjugaba con los cabellos de su cabeza. También, le besaba los pies tiernamente y se los untaba con el aceite perfumado. 39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo dentro de sí: “Este hombre, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora”. 40 Pero, respondiendo, Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. Él dijo: “Maestro, ¡dilo!”.
41 “Dos hombres eran deudores a cierto prestamista; el uno le debía quinientos denarios, pero el otro cincuenta. 42 Cuando no tuvieron con qué pagar, él sin reserva perdonó a ambos. Por lo tanto, ¿cuál de ellos le amará más?” 43 Contestando, Simón dijo: “Supongo que será aquel a quien sin reserva le perdonó más”. Él le dijo: “Juzgaste correctamente”. 44 Con eso, se volvió a la mujer y dijo a Simón: “¿Contemplas a esta mujer? Entré en tu casa; no me diste agua para los pies. Pero esta mujer me ha mojado los pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. 45 No me diste beso; pero esta mujer, desde la hora que entré, no ha dejado de besarme los pies tiernamente. 46 No me untaste la cabeza con aceite; pero esta mujer me ha untado los pies con aceite perfumado. 47 En virtud de esto, te digo, los pecados de ella, por muchos que sean, son perdonados, porque amó mucho; mas al que se le perdona poco, poco ama”. 48 Entonces le dijo a ella: “Tus pecados son perdonados”. 49 Ante esto, los que estaban reclinados a la mesa con él comenzaron a decir dentro de sí: “¿Quién es este hombre que hasta perdona pecados?”. 50 Pero él dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”." (Lucas 7: 47 y contexto)