No se vende, pero fue comprado

El contenido de este blog no puede ni debe ser vendido, pero ha sido comprado.
El tiempo que uno dedica a las cosas o a las personas es lo que las vuelve valiosas. Cuando doy mi tiempo a algo estoy cediendo mi vida, la vida que transcurre en ese tiempo. El receptor termina teniendo algo mío. Esta es la clave para cumplir con el mandato de Levítico 19: 18: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Pero Jesús nos dio un nuevo mandamiento: Amar al prójimo más que a uno mismo, hasta dar la vida por él. (Juan 15: 12-13) Salvo para defender la integridad de algún integrante de la familia o de alguien muy amado, nuestro sacrificio no es beneficioso en la forma en que resulta el de Cristo. Perder la vida cruentamente en beneficio de otro no redime porque somos pecadores. Pero sí es posible dedicarle tanta atención a alguien que podamos afirmar que hemos dejado la vida en él o por él. No de manera cruenta o sacrificial, sino en cuanto a entrega y dedicación. Así como le dedicamos nuestra vida a Jehová, también es bueno darla por otro invirtiendo nuestro tiempo en él.
_____________________________________________

martes, 5 de mayo de 2009

Padres malos.

Autor: Dr. Carlos Hecktheuer, Médico Psiquiatra.

“Un día, cuando mis hijos estén lo suficientemente crecidos para entender la lógica que motiva a los padres y madres, yo habré de decirles:

• Los amé lo suficiente como para haberles preguntado a dónde iban, con quién iban y a qué hora regresarían.

• Los amé lo suficiente para no haberme quedado callado y para hacerles saber, aunque no les gustara, que aquél nuevo amigo no era buena compañía.

• Los amé lo suficiente para hacerles pagar las golosinas que tomaron del supermercado o las revistas del expendio, y hacerles decir al dueño: Nosotros nos llevamos esto ayer y queremos pagarlo.

• Los amé lo suficiente como para haber permanecido de pie dos horas, junto a ustedes, mientras limpiaban su cuarto, tarea que yo habría hecho en 15 minutos.

• Los amé lo suficiente para dejarles ver además del amor que sentía por ustedes, la decepción y también las lágrimas en mis ojos.

• Los amé lo suficiente para dejarlos asumir la responsabilidad de sus acciones, aún cuando las penalidades eran tan duras que me partían el corazón.

• Y ante todo, los amé lo suficiente para decirles NO, cuando sabía que ustedes podrían odiarme por eso (y en algunos momentos sé que me odiaron).

• Ésas eran las batallas más difíciles de todas. Estoy contento, vencí... ¡porque al final ustedes ganaron también!

Y cualquiera de estos días, cuando mis nietos hayan crecido lo suficiente para entender la lógica que motiva a los padres y madres, cuando ellos les pregunten si sus padres eran malos, mis hijos les dirán:

“Sí, nuestros padres eran malos. Eran los padres más malos del mundo... Los otros chicos comían golosinas en el desayuno y nosotros teníamos que comer cereales, huevos y tostadas. Los otros chicos bebían gaseosas y comían papas fritas y helados en el almuerzo y nosotros teníamos que comer arroz, carne, verduras y frutas.

Mamá y Papa tenía que saber quiénes eran nuestros amigos y qué hacíamos con ellos.
Insistían en que le dijéramos con quién íbamos a salir, aunque demoráramos apenas una hora o menos. Ellos nos insistían siempre para que le dijéramos siempre la verdad y nada más que la verdad.

Y cuando éramos adolescentes, no sé cómo, hasta conseguían leernos el pensamiento.
¡Nuestra vida sí que era pesada!

Ellos no permitían que nuestros amigos nos tocaran el claxon para que saliéramos; tenían que bajar, tocar la puerta y entrar para que ella los conociera.

A los 12 años, todos podían volver tarde por la noche, nosotros tuvimos que esperar como hasta los 16 para poder hacerlo, y aquellos pesados se levantaban para saber si la fiesta había estado buena (sólo para ver en qué estado nos encontrábamos al volver).

Por culpa de nuestros padres, nos perdimos inmensas experiencias en la adolescencia.
Ninguno de nosotros estuvo envuelto en problema de drogas, robos, actos de vandalismo, violación de propiedad, ni estuvimos presos por ningún crimen.


“¡TODO FUE CULPA DE ELLOS!”


Ahora que somos adultos, honestos y educados, estamos haciendo lo mejor para ser “PADRES MALOS”, como fueron nuestros padres. YO CREO QUE ESTE ES UNO DE LOS MALES DEL MUNDO DE HOY:
¡NO HAY SUFICIENTES PADRES MALOS!


¡Aquéllos que ya son padres, que no se culpen, y aquéllos que lo serán, que esto les sirva como una alerta!