Diario íntimo de Félicité Marie
París, 5 de Enero de 1890
Querido diario:
En estos días en que estuve de
visita en París conocí a un joven terrateniente argentino. Es amable, muy
culto, me llena de atenciones. Estoy deslumbrada, ansío verlo cada minuto del
día. Convenimos encontrarnos pasado mañana frente a Nuestra Señora de París.
Siempre me sorprende. Ignoro adónde me llevará; la que parece una turista, soy
yo.
París, 6 de Enero de 1890
Querido diario:
Hoy no pasó nada digno de ser
contado; excepto que estuve eligiendo ropa para mañana, día en que me
reencontraré con mi deslumbrante caballero. No hice más que pensar en él.
París, 7 de Enero de 1890
Querido diario:
Hoy pasé un día maravilloso.
Definitivamente, estoy enamorada. No creo que mis padres objeten la relación.
Él es de nuestra clase, tiene tierras en la provincia de Santa Fe, en
Argentina. No es político, pero es nieto de un gobernador, alcalde –como papá-,
senador vitalicio y ex militar de su provincia, de quien heredaron las tierras.
Parece que también fue muy amigo de un presidente argentino, el general Roca,
si mal no recuerdo.
Me paseó con solvencia por los
mejores lugares de París. No creo que papá piense que es un caza-fortunas, no
le hace falta.
París, 10 de Enero de 1890
Querido diario:
Estos dos días anteriores no me
resultaron suficientemente largos como para dedicarte un tiempo. Vuelo, toco el
cielo con las manos. Lo amo, lo amo, estoy loca por él.
Hoy fue un encuentro
particularmente íntimo. Mi cuerpo vibró, me sacudí un par de veces, se me erizó
la piel. Es una pasión incontrolable, casi me pierdo. Pero no tengo miedo,
quiero verlo otra vez, no puedo resistir el reencuentro. Quisiera no irme jamás
de su lado.
[….]
París, 20 de Enero de 1890
Querido diario:
Hoy me entregué a él, moría si no
lo hacía. Lo amo, quiero hacerlo otra vez.
París, 21 de Enero de 1890
Querido diario:
Hoy volví a amarlo. Fue
maravilloso. Pero no ha sido un día feliz. Me dijo que mañana viaja a Buenos
Aires; su carro parte al medio día. El corazón se retuerce dentro de mí. Mañana
estaremos juntos antes de que se vaya. Tengo ganas de llorar.
París, 22 de Enero de 1890
Querido diario:
Me entregué por tercera vez a él
y se fue. No podía dejar de abrazarlo, no quería soltarlo, pero se fue. Me
invade un vacío frío y oscuro, una soledad infinita.
Es un viaje largo por tierra y
por mar, que Dios lo proteja y, por favor, que vuelva a mí.
Él dijo que volvería pronto, en
unos pocos meses. ¿Por qué no le creo?
Estoy muy sola en París. Mañana
haré lo necesario para volver a Dannes y hablar con mi madre, la necesito.
Quiero volver a casa.
[…]
Dannes, 1º de Marzo de 1890
Querido diario:
Estoy intranquila. No me vino el
período. Espero unos días más y consulto con el médico familiar. No sé cómo voy
a vencer la vergüenza. Le conté a mamá parte de lo que pasó, pero no le dije
que me había acostado con él.
[…]
Dannes, 25 de Marzo de 1890
Querido diario:
La segunda falta. Temo lo peor.
Esta tarde voy a ver al médico familiar. Cuando me confirme lo peor, tendré que
juntar coraje para contarle todo a mamá. Ni pensar puedo cómo enfrentar a mi
padre.
[…]
Dannes, 1º de Abril de 1890
Querido diario:
Confirmado mi embarazo. Hablé con
mi madre. Comenzó a llorar y me abrazó. Mientras me sostenía con un brazo, con
el otro me pegaba en mis glúteos retándome: «¡¿Qué hiciste?! ¡¿Por qué lo
hiciste?!»
Fue doloroso, pero su abrazo
también me hizo saber que no estaba sola.
Lo peor de todo fue enfrentar a
papá, pero con mi madre detrás de mí. Se le nublaron los ojos, hizo una mueca
de dolor, se compuso y dijo que tendría que irme lejos de las miradas de
nuestros vecinos.
Hizo arreglos para que me
desplace a un chalet en el pequeño pueblo de Trévou-Tréguignec, en Côtes
d’Armor, Bretaña; con una mujer que
atenderá mi casa. Mamá debe quedarse con él.
El 17 de Octubre cumpliré 22 años
lejos de mi casa, en un ambiente extraño. Nadie, o casi nadie, sabrá allí que
soy la hija del alcalde de Dannes. ¿Por qué me pasó esto a mí?
[…]
Trévou-Tréguignec, 20 de Abril de
1890
Querido diario:
Es un pueblo chico, de unos mil
habitantes. El chalet en el que vivo es digno, pero cabría una decena de veces
en el castillo de Dannes. La señora que me acompaña es correcta y distante, muy
callada. No era personal nuestro antes de venir ni la he visto nunca; debe ser
de otra ciudad. Estoy sola en una cárcel cómoda.
A fines de Septiembre será mi
parto. Espero que mi madre venga a acompañarme. Hace un mes que le escribí a mi
amor en Argentina, anhelo que me responda y le dé fin a esta pesadilla. Deberé
aguardar tres o cuatro meses antes de recibir una respuesta suya.
[…]
Trévou-Tréguignec, 1º de
Septiembre de 1890
Querido diario:
Mamá vino a verme. Es la primera
vez que viene desde que me afinqué aquí. Dice que nos vamos a París las dos,
para que alumbre allí, con más medios que en este pequeño lugar. En dos días
salimos.
Conocí al maestro zapatero de
este lugar, Eugène Françoise Lageat; conversó conmigo y se interesó por mi
embarazo. Hizo algunas preguntas indiscretas. No parece mal hombre.
Él no escribió.
[…]
París, 25 de Septiembre de 1890
Querido diario:
El 22 de Septiembre nació una
niña. Le puse por nombres Carmen Iréne Georgette. No tiene padre que la haya
reconocido. Soy la vergüenza de la familia.
En unos días salgo de nuevo para
Trévou, no puedo volver a Dannes.
[…]
Trévou-Tréguignec, 5 de Octubre de 1890
Querido diario:
De nuevo aquí, con mi hija y la
mujer que me atiende. En doce días es mi cumpleaños. ¿Vendrán mis padres?
Hoy me crucé con Eugène y paró a
conversar un rato. Dijo que vendría a visitarme.
[…]
Trévou-Tréguignec, 18 de octubre de 1890
Querido diario:
Ayer pasé sola mi cumpleaños. Mamá
mandó a un emisario con un obsequio. No era eso lo que necesitaba.
Hoy fui a ver a Eugène, me acosté
con él. No fue la pasión de París, ni cerca. Me propuso matrimonio, le daría su
apellido a Carmen.
Pertenecemos a mundos diferentes.
No lo amo con locura, le tengo cierto cariño. Podría volver a Dannes. Él
cambiaría de vida, es verdad, pero era un trabajador antes. No voy a consultar
a mis padres, es mi vida y soy mayor de edad. Podría volver a mi mundo
guardando las formas. Estuve sola mucho tiempo. Me pregunto si no seguiré sola
allí; mis ojos se abrieron. Pero es mi mundo, ese es mi mundo, aunque nadie
acompañe a mi corazón.
[…]
Trévou-Treguignec, 26 de Mayo de
1891
Querido diario:
Mañana me caso con Eugène.
[…]
Dannes, 1º de Abril de 1898
Querido diario:
La cosa no da para más. Voy a
divorciarme de Eugène. Dejó de trabajar, comenzó a malgastar nuestro dinero, me
fue infiel. Esto ha sido un infierno. Carmen está pupila en una escuela de
monjas en Trévou desde 1896. Viene los domingos a visitarme.
[…]
Dannes, 19 de Abril de 1898
Querido diario:
Ayer nos divorciamos. Eugène
cobró una suma de dinero realmente importante. Es el precio que me costó el “baño
moral” con el que pretendí limpiar mi fama. Me dijo que comprará una cámara
oscura y que se dedicará a la fotografía, que no me va a molestar más. No
siento dolor, nunca lo amé, no como a él. Nos usamos mutuamente, pero esperaba
un mínimo de respeto.
¿Existe el amor?
Diario de Carmen Iréne
Trévou, 22 de septiembre de 1908
Las monjas, las novicias y mis
compañeras me cantaron el feliz cumpleaños. Me hicieron una torta muy sabrosa,
con cremas y frutas.
Dieciocho años. Termino el ciclo
de este año y salgo libre.
El último domingo que estuve en
Dannes con mi madre tuve una conversación de mujer a mujer con ella. Me contó
que Eugène no era mi verdadero padre. Ahora entiendo.
No voy muy seguido por allí, no
tengo ganas de ir. No importan los motivos. Los que fueron mis padres no me
amaron como yo necesitada. No me trataron mal; me dieron lo mismo que a los
perros del castillo: cucha y comida. Pero a los perros no los escondían, eran
de razas muy puras, valiosos ejemplares. Yo no tuve esa suerte.
¿Volveré a Dannes? Seguramente,
es mejor cucha que esta escuela, por bien que me hayan tratado. Además, allí
puedo ir y venir, ya seré libre en poco tiempo.
Mamá me dijo que mi padre está en
Argentina. Quisiera conocerlo.
¿Existe el amor?
Un escrito de Carlos, nieto de Carmen Iréne, de octubre de 2010.
Mis hijos me pidieron que les
haga un árbol genealógico con alguna información de sus raíces.
Comencé a hacer esto para
satisfacerlos. En poco tiempo empecé a entusiasmarme, sobre todo después de ver
lo poco que sabía de mis más cercanos parientes.
La primera sorpresa que me llevé
fue cuando supe que la madre de mi abuela se había casado el año siguiente al
de su nacimiento. Ella nunca nos contó eso, pese a que murió cuando sus nueve
nietos ya éramos adolescentes o jóvenes mayores de edad.
Mi abuela vivía con su hija menor, pero se
quedaba algunos fines de semana con nosotros. Era muy cariñosa. Nos cantaba
antiguas canciones en francés y nos relataba algunas tradiciones de sus días.
Anécdotas de su escuela. Cosas de su viaje en barco. Que sus padres eran
inmensamente ricos. Siempre supimos que había estado pupila y que sus padres se
habían separado, pero nada más.
De su madre no me
contó nada. Cuando relataba sus visitas al castillo mencionaba, por ejemplo,
sus baños en el mar. Pero decía que en la playa la esperaba el mayordomo
con una salida de baño y una copita de
vino dulce, para contrarrestar el frío. De la madre, nada. Ni el nombre. Me
enteré siendo adulto, ahora, a pedido de mis hijos, hombres que ya no viven
conmigo.
De su esposo, su “negro José”,
contaba que era mujeriego y jugador, que lo había dejado. Narraba sus hazañas
en su lucha contra la mafia, de sus “locuras” (por piedad lo pongo entre
comillas) y de su ternura para con ella y las chicas. Nunca supe
en qué fecha se casaron, si es que lo hicieron.
Me resulta muy sorprendente una
coincidencia: me escribieron unos familiares franceses y un historiador que
investiga la vida de Eugène Lageat. Tienen datos de Carmen –mi madre- y de su hermana
menor, “Pocha”; pero no sabían nada de Nelly,
la hermana mayor. Me contactó un primo segundo mío llamado Agustín,
sobrino nieto de mi abuelo José. Ni él ni su madre sabían de la existencia de
Nelly. ¿Por qué? ¿Mi abuela repitió la historia? ¿Se casó después del
nacimiento de su primera hija? ¿Cómo es que la sobrina no sabía nada? ¿Estaba distanciado mi
abuelo de sus hermanos?
No sé cuándo hizo el viaje a la Argentina ni
por qué. Mi abuela me dijo que había viajado con amigos de la familia que
conocían mi país y hablaban español. A mi primo Roberto le dijo que había
viajado con su madre a vender unos campos que poseían acá. En 1910 estaba
todavía en Francia, porque nos contó del pánico que tenía la gente con el
cometa Halley.
¿Vino a conocer a su verdadero
padre? ¿Por qué venir aquí si era dueña –única heredera- del castillo de su
madre y de una casa en la Costa Azul?
Cuando reflexiono en la historia
llena de incógnitas de mi abuela recuerdo “El Principito”. Los seres humanos
vivimos aislados en asteroides pequeños. Tan pequeños que en ellos cabe una
sola persona, a lo sumo dos. Cuánta incomunicación, cuántos miedos, cuántas
culpas. Cuánto amor a medias, a gatas, escaso, como muestra gratis.
Mi abuela se durmió en la muerte.
Algún día oirá la voz del Pastor excelente que le dirá que se levante. Se
levantará en un paraíso, en un mundo diferente. En un mundo que no será una
colección de pequeños asteroides, como este, en donde no tengamos que estar
obligadamente solos por falta de espacio. Estará aquí, aquí mismo, pero será
otro. Otro mundo en el mismo planeta.
¿Nos contará? ¿Nos abrirá su
corazón? ¿Se permitirá y nos permitirá dejar de estar aislados?
Dejar de estar solos… Abolir el
miedo y la vergüenza. ¿Será posible semejante milagro?
El château como era en los días de mi abuela.
El "corazón" del castillo, vista interior.
Así está hoy.
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