Yo: - Hola, ¿cómo estás?
Él: - Bien, gracias, ¿y vos (tú)?
- Bien, gastando minutos por ahí y por acá.
- Hace tiempo que noto una mejoría en tu
estado de ánimo.
- Sí, es porque estoy en contacto con
Graciela, pese a todo.
- ¿Les dieron libertad para verse?
- No exactamente,
pero fue una mejoría. Hace un año, más o menos, ella le preguntó a un anciano
si podía llamarme para que le arreglara algo en la casa. Él le contestó que en
eso ella era dueña y señora, que estaba en su derecho, que lo que no puede
hacer es que nos veamos a solas por motivos personales. [La reparación fue hecha durante la segunda quincena de abril de 2014, antes del 19 de abril]
- ¿Estás agradecido
a Jehová por esto?
- A medias. Es una
mejora, pero no es lo que tenía. Hace unos días atrás íbamos los dos al
hospital Posadas. Al llegar a Rivadavia, dejamos el transporte colectivo en que
veníamos para cambiar a otro que sale desde el otro lado de la estación. Ella
vio que dos hermanas estaban en nuestro camino y se perturbó muchísimo, como si
nos hubieran sorprendido en un acto pecaminoso. Inmediatamente giró y se
dispuso a cruzar la avenida a nivel para evitarlas. Yo le dije que no se podía,
porque la bajada al túnel del otro lado está clausurada por obras de
mantenimiento. No quedó otra que seguir el rumbo original, pero las hermanas
dieron la vuelta y quedaron de espaldas a nosotros. No sé si fue casual o lo
hicieron después de ver lo perturbada que estaba.
- Es de esperar, la
autorizaron para que fueras a hacer reparaciones a la casa y estaban juntos en
la calle.
- Nadie que esté en
su sano juicio puede esperar que no continuemos la relación que prohibieron.
Ella no llamó a un electricista, ni a un plomero. Llamó a un amigo de más de
veinte años. Estábamos yendo al hospital para que la revisaran, no a un hotel.
Ella no va si no la acompaño; la depresión no la deja salir si no la fuerzo a
ir. No solo la acompaño, me levanto a las tres o a las cuatro de la madrugada
para ir a pedirle los turnos en el Posadas, y voy caminando, porque el primer
transporte colectivo pasa a las 4 y 50 minutos; hace un año que le pido turnos,
la acompaño, retiro los análisis y voy a buscarle los remedios gratuitos al
Posadas y a Bienestar Social, en Rivadavia y Piedras, Ciudad Autónoma de Buenos
Aires. No vi a nadie más de la congregación haciendo la cola en el Posadas.
Estábamos yendo al hospital porque un análisis le dio una carga viral de
8.860.000 UI de virus de hepatitis C por cada mililitro de sangre, genotipo 1b,
entre otras cosas.
- Pero, ¿es que no
estás dispuesto a obedecer a las autoridades que Jehová puso a cargo?
- Si me ordenan
hacer algo contrario a lo que Jehová quiere, no.
- ¿Qué te ordenaron
hacer que es contrario a la voluntad de Jehová?
- Sabían que yo
estaba muy próximo a ella, que la ayudaba en muchos sentidos, que estaba
pendiente de lo que le sucedía. Una
viuda, con un hijo esquizofrénico y otro al que le quisieron extirpar un pulmón y hacer un raspaje en el otro; que es
la única que trabaja y mantiene la casa, que hace tres años que debería estar
jubilada y le niegan el beneficio.
Me pidieron que no
la vea más, pero la dejaron sola. Estuvo cuatro meses sin trabajo y no hicieron
nada.
Cuando ella me
llamó para que hiciera un arreglo en su casa tenía trabajo. Cobraba mil pesos
por semana. El baño estaba en un estado calamitoso, inundado. Puse seiscientos
cincuenta pesos de repuestos y mi trabajo. Esto debe haber ocurrido en abril o
mayo del año 2014. Al poco tiempo se quedó sin trabajo y no conseguía nada.
Solamente cobraba una pensión por invalidez del hijo menor, de mil novecientos
pesos de bolsillo.
En junio y julio le
di dinero para aliviar la situación, conjuntamente con sus dos hermanas
mayores, ya jubiladas. Ya a fines de julio le prometí que le iba a dar la mitad
de cuanto ganara. Esto fue así hasta terminar agosto. En septiembre desapareció
mi trabajo; no llamaba nadie. En la primera semana le dije: “Graciela, la mitad
de nada es nada. No tengo trabajo, no sé qué vamos a hacer.”
En la congregación
hay 80 publicadores. A cincuenta pesos por cabeza le hubiesen juntado cuatro
mil pesos. Pero nada pasó; tan solo una hermana le prestó trescientos pesos dos
veces.
Yo iba a su casa
todos los días, o todas las veces que cobraba, a llevarle la mitad; sin
embargo, estaba “autorizado” solamente a entrar para hacer arreglos. Quizás fui
a arreglarle el sustento diario.
- No debe calificar
para que la ayuden.
- Ah, ¿sí? ¿Calificaste
alguna vez para que el Hijo de Dios diera la vida por vos (ti)?
- Nnoo, no…
- ¡Menos mal que
Jehová y su Hijo no piensan como vos; ninguna carne se salvaría!
- Pero vos no tenés
(tú no tienes) fe en Jehová. Tendrías que haber obedecido y dejar todo en manos
de Jehová.
- ¿Quién te dijo
que no tengo fe en Jehová? Yo aprendí que Jehová no hace lo que nosotros
podemos hacer. Cuando alguien pasa necesidad no me siento a esperar que llueva
maná del cielo. Me muevo y hago lo que puedo; después de todo estamos hechos a
imagen y semejanza de Dios y Dios es amor (1ª de Juan 4: 8). Pero, ¡cuidado!,
que también dice que el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
Y cuando no puedo más y no hay nadie más que haga algo, entonces, Jehová hace y
protege. No antes.
Graciela consiguió
trabajo esa misma semana: setecientos cincuenta pesos por semana. Poco, pero
suficiente para que los tres pudieran comer.
¿Y yo? En
septiembre tuve ingresos brutos de mil pesos, cuando solamente de farmacia
gasto quinientos. Fueron cuatro o cinco días de vacas flacas y Jehová actuó.
Cuando ya no había nada para comer, aparecieron dos personas del mundo cargadas
de bolsas y me llenaron las alacenas y la heladera. Tanto, que tuve que ponerme
a cocinar y congelar, porque era mucho y algunas cosas se echarían a perder
antes de que pudiera consumirlas. Agradecido a los tres.
Yo obedecí, pero
obedecí a Jehová: “La forma de adoración que es limpia e incontaminada desde el
punto de vista de nuestro Dios y Padre es esta: cuidar de los huérfanos y de
las viudas en su tribulación, y mantenerse sin mancha del mundo.” (Santiago 1:
27) “Aprendan a hacer lo bueno; busquen
justicia; corrijan al opresor; dicten fallo judicial para el huérfano de padre;
defiendan la causa de la viuda.” (Isaías 1: 17)
Así que, como ves,
tuve fe y dejé todo en manos de Jehová. Según parece, Jehová no estuvo
disconforme con mi actuación.
- Los juzga Jehová
por lo que hacen, no vos (tú).
- Yo no los juzgo, solamente
digo lo que pasó, pero soy responsable ante Jehová por lo que hago a partir de
sus órdenes, las órdenes de los que dicen representarlo.
- Si obedecés
(obedeces), estás haciendo lo que Jehová espera y la responsabilidad es de
ellos.
- No, no lo creo.
La Biblia dice otra cosa. ¿De quién es hijo la descendencia? ¿De la mujer
esclava o de la mujer libre?
- De la mujer
libre.
- Sí, es correcto.
En la carne, fue descendiente de la mujer libre. En espíritu, cuando recibió el
bautismo en el Jordán, fue hijo de la mujer celestial, también libre. A partir
de ese momento dejó de llamar “madre” a su madre biológica y pasó a decirle
“mujer”. Como dice Mateo 22: 32: “’Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac
y el Dios de Jacob’? Él es el Dios, no de muertos, sino de los vivos».” Además,
es Dios de libres: “Pero el que mira con cuidado en la ley perfecta que
pertenece a la libertad, y persiste en [ella], este, por cuanto se ha hecho, no
un oidor olvidadizo, sino un hacedor de la obra, será feliz al hacer[la].”
“Ustedes fueron llamados, por supuesto, para libertad, hermanos, …” (Gálatas 5:
13) “y conocerán la verdad, y la verdad los libertará».” (Juan 8: 32)
El hombre fue
creado libre por Dios, es una dádiva divina. La libertad es responsable, y
responsabilidad viene de respuesta; debemos responder a quien nos dio la
libertad. Nosotros, cada uno individualmente. No puede responder otro por lo
que es mi responsabilidad.
- Pero, no entiendo
a dónde quieres llegar.
- Fijate (fíjate)
lo que dice la Biblia en Gálatas 1: 8-9: “Sin embargo, aunque nosotros o un
ángel del cielo les declarara como buenas nuevas algo [que fuera] más allá de
lo que nosotros les declaramos como buenas nuevas, sea maldito. 9 Como hemos
dicho más arriba, también vuelvo a decirlo ahora: Sea quien sea que les esté
declarando como buenas nuevas algo más
allá de lo que aceptaron, sea maldito.” (Gálatas 1: 8-9)
Remarco, destaco,
un apóstol, ungido e inspirado, dice: “aunque nosotros o un ángel del cielo”;
también: “Sea quien sea”.
Nosotros somos
libres, porque Dios hizo al hombre libre y porque la verdad que nos hicieron
conocer libera. Conforme a lo que el texto inspirado de Gálatas dice, como
seres humanos libres debemos someter a escrutinio, a análisis crítico, lo que
se nos enseña. ¿Cómo discernir, si no, si alguien se extravía, apóstol o ángel
del cielo?
Aceptar a ciegas el
alimento espiritual, especialmente en lo que concierne a asuntos morales, es un
comportamiento idolátrico, no teocrático.
No se trata de caer
en el otro extremo, en el “no sé de qué se trata, pero me opongo”. Se trata de
estudiar con responsabilidad y discernimiento de hombres maduros y libres,
responsables de las cosas que hacen y adoptan. Como los de Berea, que fueron a
ver si realmente era así.
- Pero, ¡estás
proponiendo el caos! ¡Es una conducta apóstata!
- De ninguna
manera. No propongo oponerse a todo ni tener una conducta libertina y conforme
a lo que me gusta o me parece. Pero cuando algo que uno lee no condice con lo
que uno sabe que la Biblia dice, o cuando alguien te quiere obligar a hacer
algo como teocrático, cuando para uno no lo es, entonces, a mí me enseñaron que
cualquiera podía abordar a cualquier otro con la Biblia y censurar, alertar,
corregir; que el otro debía ser humilde y aceptar que, si estaba en la Biblia,
no venía de quien nos estaba materialmente hablando, sino de Jehová, el Autor
de la Biblia.
Me dijeron que no
podía ser amigo de Graciela por Jeremías 17: 9. Yo dije que el texto no
aplicaba en nuestro caso. ¿Vos creés (tú
crees) que me preguntaron cuál era mi base bíblica para esa afirmación? (Ver: Una balanza de dos platos) Y si me
lo hubieran preguntado, ¿me hubieran oído o escuchado? Porque escuchar es
prestar atención y analizar lo que te dicen; oír, podés (puedes) recibirlo como
un ruido, un relleno, una música de fondo. Y si resultaba verdadero y con base
bíblica lo que decía, ¿no deberían haber aceptado esa verdad? ¿No es que
“estamos en la Verdad”?
- Pero podrían no
tener autoridad para resolver eso. Nos movemos en unidad de criterio; debemos
hablar todos de acuerdo.
- Sí, debemos
hablar todos de acuerdo, sin sectas destructivas, es así. Pero, si no tienen
autoridad suficiente, pueden y deben elevar todo a una instancia superior.
Cuando alguien te muestra algo con la Biblia, no podés (no puedes) dar vuelta
la cara ni esconder la cabeza en la tierra, como un avestruz.
Escribí al
respecto, ¡y hay 34 citas bíblicas!
- Pero, ¡hay que
ver si son pertinentes!
- Sí, pero para eso
hay que leer, entender, comparar, pensar. Para eso hay que vivir de acuerdo a
lo que enseñan.
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