Es un lugar común decir que en una pareja bien constituida es posible pedir al otro lo que uno necesita. Y es cierto, siempre y cuando la pareja realmente se encuentre bien, en "perfecta salud".
Si un hombre atiende sexualmente bien a su pareja, con verdaderas ganas, amor y dedicación, no hay inconveniente para que su mujer le pida un día que le haga el amor hasta que ella diga basta, exhausta. Pero esto cambiaría radicalmente si este hombre llevara seis meses sin tocarla. Ya no sería un pedido ocasional sino un reclamo, un ruego, ante quien debiera fijarse más seguido en ella. Y el amor implorado, el amor por pedido, por obligación, no sirve.
Por eso, en determinadas circunstancias, es bastante difícil que una mujer pida lo que hace tiempo no recibe. Resulta mucho más factible hacerlo con quien no tiene ninguna relación con ella. Si se atreve, resulta menos denigrante parar a un desconocido en la calle y decirle: "Soy esposa y madre. No busco un gran amor. No tienes por qué saber mi nombre ni yo el tuyo. Sólo quiero que me faltes el respeto, que me destroces una noche. Mi cuerpo lo necesita."
Muy pocos despreciarán semejante propuesta. Quizás un hombre muy religioso o alguien que piense en el verdadero bienestar de quien tiene adelante y no en su conveniencia. Alguien que use empatía y comprenda la trascendencia y la negatividad del acto.
Pero hombres así no abundan y es probable que, si encuentra uno, una mujer que se haya atrevido a pasar el límite ni siquiera lo aprecie.
Actuar sin conciencia siempre es triste para todas las partes.
1 comentario:
Hola
De casualidad llegue a tu blog y me encuentro con la sorpesa que un tal Cavarozzi fue amigo de tu padre.Bueno, creo que fue amigo del mío, Vicente Cavarozzi, fabricante de muebles, y que el apellido Carcagno era bastante nombrado en casa.Tengo alguna foto en la que estan los dos.
Mi nombre es Gilda,y mi direccion de correo gildacavarozzi@gmail.com.
Saludos y hasta pronto
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