La última vez que nos vimos me dijiste que
todo empezaba y terminaba en Graciela y que no mostraba fe en Jehová al no
dejar que Él hiciera su voluntad sobre la situación personal de mi amiga.
Estuve pensando al respecto. Me conmovió profundamente, porque Jehová no me es
indiferente y, si todo era como me decías, la cosa se constituía en algo
realmente serio.
Hace poco estudiamos el amor al prójimo. En
la parábola del buen samaritano, dos supuestos siervos de Dios pasaron cerca
del hermano herido y vilipendiado y no hicieron nada por él. Sin embargo, el
samaritano lo atendió y pagó por que se le diera atención en una posada. Esto
pudo haber terminado allí; pudo haber sido un rasgo sentimental que luego
olvidaría. Pero él se comprometió a volver y a pagar cualquier gasto extra que
no hubiera cubierto su pago inicial.
La Biblia no dice nada al respecto de los
pensamientos del sacerdote y del levita. Ellos pudieran haber pensado: “Yo
confío en Dios; él hará lo necesario para socorrer al caído”, o: “Si hiciera algo
por él no estaría mostrando confianza en el poder de Dios”. Tampoco dice si el
samaritano tenía fe y confianza. Pero una cosa es clara: el prójimo (próximo) fue
el samaritano. Es más, fue él quien le hizo bien al judío caído. Y está escrito
que toda dádiva buena procede de Dios. (Santiago 1: 17) ¿Por qué recurrir al
milagro cuando hay un semejante cerca? ¿No estamos hechos a imagen y semejanza
de Dios? – 1ª de Juan 4: 8, 16.
Cuando estudié la verdad, aprendí que el
espíritu no hace por nosotros lo que nosotros podemos hacer, sino lo que está
más allá de nuestras posibilidades. Por ejemplo: el espíritu puede hacer que yo
recuerde un texto leído cuando sea necesario dar un testimonio; pero no puede
hacer que recuerde lo que nunca leí. Hay una parte ineludible que nos
corresponde y es responsabilidad nuestra. El resto está en manos de Dios. Cuando
los levitas que portaban el Arca se enfrentaron al Jordán crecido y torrencial,
era humanamente imposible que lo cruzaran. Debían dar un testimonio de fe.
Ellos introdujeron sus pies en el agua y, solo después, el lecho del río quedó
seco por milagro de Jehová. Ya habían dado testimonio y era un testimonio de
fe, no de poder. El poder de Dios fue usado después para proveerles de lo que
carecían: fuerza para cruzar el torrente con el Arca a cuestas o un camino
llano. Mojar sus pies era la parte que les correspondía a esos hombres. No era
correcto que ellos esperaran a que Jehová abriera el lecho del Jordán antes de
manifestar fe y voluntad de servir al Dios de la promesa. Hacer nuestra parte
no es muestra de falta de fe. Más de una vez, para hacer nuestra parte hay que
tener fe.
Al pie de mis mensajes de correo electrónico
se halla una firma que cita un proverbio chino: “Ámame cuando menos lo merezca,
ya que es cuando más lo necesito”. Así, literalmente, no está en la Biblia;
pero uno puede encontrarlo “desmenuzado” en el Libro (1ª de Juan 4: 10; Romanos
5: 6-8). Tampoco está la frase de la película “Love Story”: “Amar es nunca
tener que pedir perdón”. Pero está implícita en 1ª a los Corintios 13: 1-8 y en
Romanos 13: 8-10. ¿Cómo tengo que actuar para nunca pedir perdón? Como dicen
los textos bíblicos citados. ¿Y cómo hago para efectuar lo que piden los
textos? Amando al otro más que a mí mismo.
Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios,
aunque muy lejos de la sublime altura de Jehová. Pero, más modestamente, “a lo
barro”, amamos y necesitamos amor. El amor es el más importante principio
bíblico, el fundamental, el que nunca dejará de ser: “8[…] Pero
sea que haya [dones de] profetizar, serán eliminados; sea que haya lenguas,
cesarán; sea que haya conocimiento, será eliminado. 9 Porque
tenemos conocimiento parcial y profetizamos parcialmente; 10 pero
cuando llegue lo que es completo, lo que es parcial será eliminado. 11 […]
13 Ahora, sin embargo, permanecen la fe, la
esperanza, el amor, estos tres; pero el mayor de estos es
el amor.” (1ª a los Corintios 13: 8-10, 13)
Cuando Jehová nos deja un bien, no espera que
lo enterremos por miedo a perderlo (Mateo 25: 14-27). ¿Qué hacemos con el amor
que Dios nos dio, lo enterramos? (1ª de Juan 4: 18. Ni temor del Amo, ni temor
por el co-esclavo nuestro. Hay que amar sin tapujos, con todo el corazón – 1ª
de Pedro 1: 22)
Es cierto que hay que amar a Dios por sobre
todas las cosas. Pero eso no significa que debamos dejar al más débil por
Jehová. (Lucas 15: 4-6; Mateo 18: 12-14) La justicia, cuando hay amor, se
modera por la misericordia y la misericordia se ejerce con el más débil, con el
que más necesita una ayuda, otra oportunidad. Pero no es solamente la justicia;
el amor atiende primero al que más necesita. Jehová es Todopoderoso, nuestros
hermanos, barro, como nosotros. ¿Cómo se puede amar al que no se ve si no
podemos amar a los que vemos? – 1ª de Juan 4: 20.
Mi amor no empieza y termina en Graciela. Es
cierto que ella es la persona que más amo del cielo para abajo. Amo muchísimo a
otras personas, pero no tanto como a ella. Y no es que no pueda amar de igual
forma a otros; es que no me dejan desarrollar un amor mayor. Graciela me abrió
las puertas de su casa y las de su corazón. Los dos dejamos de lado los miedos
y construimos una relación de amor. Los demás, unos más y otros menos, se
comportan como tortugas: movés un dedo un poco bruscamente y se esconden dentro
de su caparazón; no abandonan su coraza, no sacan a tomar aire a su corazón, no
se arriesgan.
¿Es un amor exagerado? ¿Se puede exagerar en
el amor cuando Jesús mandó que amáramos al otro más que a uno mismo, hasta dar
la vida por él? Aún si hubiera pecado por haberme excedido, por una suerte
codicia amatoria, me queda una esperanza: Lucas 7: 47. Todos necesitamos a
Dios. Yo necesitaba ir a la asamblea. Pero Graciela estaba pasándola mal y ella
era la débil, la que necesitaba ayuda. No alcanzó para los dos. Yo perdí, por
elección. No tenía para viajar ni para comer. Bueno, para comer no importa,
tampoco tuve en mi casa; pero no fían los boletos de micro.
“13 No
se maravillen, hermanos, de que el mundo los odie. 14 Nosotros
sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. 15 Todo
el que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene
la vida eterna [como cosa] permanente en él. 16 En esto hemos venido a conocer el amor,
porque aquel entregó su alma por nosotros; y nosotros
estamos obligados a entregar [nuestras] almas por [nuestros] hermanos.
17 Pero cualquiera que tiene los medios de este mundo para el
sostén de la vida, y contempla a su hermano pasar necesidad, y sin embargo le
cierra la puerta de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor
de Dios en él? 18 Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino
en hecho y verdad.” – 1ª de Juan 3:
13-18.
¿Cómo podía
asistir a un banquete espiritual sabiendo que ella no tenía para comer? ¿Estoy
obligado a entregar mi alma por ella –o cualquier otro –, pero no puedo
sacrificar una comida, aunque sea espiritual?
Soy algo así
como un samaritano figurativo. Es posible que sea despreciado por muchos, como
los samaritanos concretos. En los dos meses que Graciela estuvo sin trabajo
“pasaron de largo” muchos levitas y sacerdotes. Si Dios ayudó a Graciela, esa
ayuda vino a través de mí. Yo fui el prójimo de Graciela. No es por jactarme,
pero fui el único.
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Este artículo es un correo electrónico enviado a una precursora amiga [el 23 de agosto de 2014] en ocasión de una de las tantas discusiones en torno a este tema. Después de la línea punteada anterior (que no estaba en el mensaje), terminaba así:
«Perdón, si te molesta. No tuve a flor de labios esta respuesta cuando hablamos. Después de pensarlo, dio a luz.
Te la mando por amor, no por censura ni nada por el estilo. Simplemente, es lo que me impulsó a hacer lo que hice. Lo que soy.
Gracias por tu sinceridad y por tu compañía. No hace falta coincidir en una opinión para disfrutar de una persona.
Cariños.»
Se me ha dicho que debería ponerme contento porque "me están cuidando" (un precursor especial y anciano). ¿De qué? La Primera Carta a los Corintios, capítulo 13, versículo 7, dice que el amor todo lo espera y todo lo cree. Ni me creyeron, ni me esperaron. Antes bien, prohibieron un amor. La primera Carta de Juan, capítulo 4, versículo 8, dice que Dios es amor. La Sociedad enseña que Jehová es la personificación del amor. Así que, al prohibir un amor limpio, lo que hicieron es prohibirme a Dios, me dejaron sin Dios. Si prohiben el amor, no representan al Dios que predican. Todo lo que enseñan es verdad, pero no la manera en la que viven, escondidos y asustados, sin compromiso por el otro. Moral intachable, pero a costa de una distancia sideral entre las personas. El que se mantiene limpio por estar encerrado en una burbuja estéril, podrá ser un asceta, pero nunca un virtuoso. Virtuoso es el que se arriesga a su propio barro y al ajeno y, sin embargo, se mantiene limpio.
Citas bíblicas:
"17 Toda dádiva buena y todo don perfecto es de arriba, porque desciende del Padre de las luces [celestes], y con él no hay la variación del giro de la sombra." (Santiago 1: 17)
"8 El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor." (...) "Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en unión con Dios, y Dios permanece en unión con él." (1 Juan 4: 8, 16)
"10 El amor consiste en esto, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio propiciatorio por nuestros pecados." (1 Juan 4: 10)
"6 Porque, de hecho, Cristo, mientras todavía éramos débiles, murió por impíos al tiempo señalado. 7 Porque apenas muere alguien por un [hombre] justo; en realidad, por el [hombre] bueno, quizás, alguien hasta se atreva a morir. 8 Pero Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros." (Romanos 5: 6-8)
"13 Si hablo en las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, he venido a ser un [pedazo de] bronce sonante o un címbalo estruendoso. 2 Y si tengo el don de profetizar y estoy enterado de todos los secretos sagrados y de todo el conocimiento, y si tengo toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. 3 Y si doy todos mis bienes para alimentar a otros, y si entrego mi cuerpo, para jactarme, pero no tengo amor, de nada absolutamente me aprovecha.
4 El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, 5 no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. 6 No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. 7 Todas las cosas las soporta,
todas las cree, todas las espera, todas las aguanta.
8 El amor nunca falla." (1 Corintios 13: 1-8)
"8 No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse unos a otros; porque el que ama a su semejante ha cumplido [la] ley. 9 Porque el [código]: “No debes cometer adulterio, No debes asesinar, No debes hurtar, No debes codiciar”, y cualquier otro mandamiento que haya, se resume en esta palabra, a saber: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. 10 El amor no obra mal al prójimo; por lo tanto, el amor es el cumplimiento de la ley." (Romanos 13: 8-10)
"14 ”Porque es justamente como un hombre que, estando para emprender un viaje al extranjero, mandó llamar a sus esclavos y les encargó sus bienes. 15 Y a uno dio cinco talentos; a otro, dos; y a otro, uno, a cada uno según su propia habilidad, y se fue al extranjero. 16 Inmediatamente, el que recibió los cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. 17 Así mismo, el que recibió los dos ganó otros dos. 18 Pero el que recibió solamente uno se fue, y cavó en la tierra y escondió el dinero en plata de su amo.
19 ”Después de mucho tiempo vino el amo de aquellos esclavos y ajustó cuentas con ellos. 20 De modo que se presentó el que había recibido cinco talentos y trajo cinco talentos más, diciendo: ‘Amo, me encargaste cinco talentos; mira, gané otros cinco talentos’. 21 Su amo le dijo: ‘¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel! Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas. Te nombraré sobre muchas cosas. Entra en el gozo de tu amo’. 22 En seguida se presentó el que había recibido los dos talentos, y dijo: ‘Amo, me encargaste dos talentos; mira, gané otros dos talentos’. 23 Su amo le dijo: ‘¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel! Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas. Te nombraré sobre muchas cosas. Entra en el gozo de tu amo’.
24 ”Por último se presentó el que había recibido un solo talento, y dijo: ‘Amo, yo sabía que eres hombre exigente, que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste. 25 De modo que me dio miedo, y me fui, y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo tuyo’. 26 En respuesta, su amo le dijo: ‘Esclavo inicuo e indolente, ¿conque sabías que yo segaba donde no sembraba y recogía donde no aventaba? 27 Pues, entonces, deberías haber llevado como depósito mis dineros en plata a los banqueros, y, al llegar yo, estaría recibiendo lo que es mío con interés." (Mateo 25: 14-27)
"18 No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor, porque el temor ejerce una restricción. En verdad, el que está bajo temor no ha sido perfeccionado en el amor." (1 Juan 4: 18)
"22 Ahora que ustedes han purificado sus almas por [su] obediencia a la verdad con el cariño fraternal sin hipocresía como resultado, ámense unos a otros intensamente desde el corazón." (1 Pedro 1: 22)
“¿Qué
hombre de ustedes que tiene cien ovejas, al perder una de ellas, no
deja las noventa y nueve atrás en el desierto y va en busca de la
perdida hasta que la halla? 5 Y cuando la ha hallado, la pone sobre sus
hombros y se regocija. 6 Y cuando llega a casa convoca a sus amigos y a
sus vecinos, y les dice: ‘Regocíjense conmigo, porque he hallado mi
oveja que estaba perdida’. (Lucas 15: 4-6)
12 ”¿Qué
les parece? Si cierto hombre llega a tener cien ovejas y una de ellas
se descarría, ¿no dejará las noventa y nueve sobre las montañas y
emprenderá una búsqueda por la que anda descarriada? 13 Y si sucede que
la halla, de seguro les digo, se regocija más por ella que por las
noventa y nueve que no se han descarriado. 14 Así mismo, no es cosa
deseable a mi Padre que está en el cielo el que uno de estos pequeños
perezca. (Mateo 18: 12-14)
"20 Si alguno hace la declaración: “Yo amo a Dios”, y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto." (1 Juan 4: 20)
"36 Ahora bien, uno de los fariseos seguía invitándolo a comer con él. Por consiguiente, él entró en la casa del fariseo y se reclinó a la mesa. 37 Y ¡mira!, una mujer que era conocida en la ciudad como pecadora se enteró de que él estaba reclinado a la mesa en casa del fariseo, y trajo una cajita de alabastro llena de aceite perfumado 38 y, tomando una posición detrás, junto a sus pies, lloró y comenzó a mojarle los pies con sus lágrimas, y se los enjugaba con los cabellos de su cabeza. También, le besaba los pies tiernamente y se los untaba con el aceite perfumado. 39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo dentro de sí: “Este hombre, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora”. 40 Pero, respondiendo, Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. Él dijo: “Maestro, ¡dilo!”.
41 “Dos hombres eran deudores a cierto prestamista; el uno le debía quinientos denarios, pero el otro cincuenta. 42 Cuando no tuvieron con qué pagar, él sin reserva perdonó a ambos. Por lo tanto, ¿cuál de ellos le amará más?” 43 Contestando, Simón dijo: “Supongo que será aquel a quien sin reserva le perdonó más”. Él le dijo: “Juzgaste correctamente”. 44 Con eso, se volvió a la mujer y dijo a Simón: “¿Contemplas a esta mujer? Entré en tu casa; no me diste agua para los pies. Pero esta mujer me ha mojado los pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. 45 No me diste beso; pero esta mujer, desde la hora que entré, no ha dejado de besarme los pies tiernamente. 46 No me untaste la cabeza con aceite; pero esta mujer me ha untado los pies con aceite perfumado.
47 En virtud de esto, te digo, los pecados de ella, por muchos que sean, son perdonados, porque amó mucho; mas al que se le perdona poco, poco ama”. 48 Entonces le dijo a ella: “Tus pecados son perdonados”. 49 Ante esto, los que estaban reclinados a la mesa con él comenzaron a decir dentro de sí: “¿Quién es este hombre que hasta perdona pecados?”. 50 Pero él dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”." (Lucas 7: 47 y contexto)