No se vende, pero fue comprado

El contenido de este blog no puede ni debe ser vendido, pero ha sido comprado.
El tiempo que uno dedica a las cosas o a las personas es lo que las vuelve valiosas. Cuando doy mi tiempo a algo estoy cediendo mi vida, la vida que transcurre en ese tiempo. El receptor termina teniendo algo mío. Esta es la clave para cumplir con el mandato de Levítico 19: 18: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Pero Jesús nos dio un nuevo mandamiento: Amar al prójimo más que a uno mismo, hasta dar la vida por él. (Juan 15: 12-13) Salvo para defender la integridad de algún integrante de la familia o de alguien muy amado, nuestro sacrificio no es beneficioso en la forma en que resulta el de Cristo. Perder la vida cruentamente en beneficio de otro no redime porque somos pecadores. Pero sí es posible dedicarle tanta atención a alguien que podamos afirmar que hemos dejado la vida en él o por él. No de manera cruenta o sacrificial, sino en cuanto a entrega y dedicación. Así como le dedicamos nuestra vida a Jehová, también es bueno darla por otro invirtiendo nuestro tiempo en él.
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sábado, 19 de diciembre de 2015

La suerte está echada




Él: - ¿Por qué no vuelves a las reuniones? Puedo entender que no quieras concurrir a nuestra congregación, pero hay otras. Después de todo, estás viendo a Graciela, la acompañas a todas partes. Todo el mundo lo sabe y nadie le ha dicho nada a ella; no como antes.

Yo: - Lo sé, pero el mal es más profundo y no depende del lugar en donde me congregue. Basta que diga que tengo una amiga para que repitan el versito: “La Sociedad desaconseja la amistad entre un hombre y una mujer” o algo parecido. De nada sirve que explique que hace veintiocho años que nos conocemos, que nunca pasó nada. No se detienen ni siquiera a considerar las circunstancias particulares de la relación. No disciernen, solo repiten lo que se les dice. No saben ver más allá de lo evidente.
Un día recibí un llamado telefónico de Osvaldo. Me dijo que lo esperara en la plaza, que pasaba a buscarme con el auto para ir a la reunión. Cuando vino, con él estaban una hermana precursora y Mariana. Bajamos del vehículo y entramos al salón. Una mujer me preguntó si la precursora era mi esposa, de igual forma como hicieron unos setenta publicadores cuando Graciela entró conmigo, hace ya cinco o seis años, ¡parece mentira cómo pasa el tiempo! Estuve tres años explicando la naturaleza de la relación, pero fue lo mismo que hablarle a una pared.

Él: - ¡Bueno, no puedes culparlos por obedecer los consejos! Son para bien de todos, incluido tu propio bien.

Yo: - No son para bien. Encerrándose en una burbuja pueden permanecer aparentemente virtuosos. Digo aparentemente porque en cuanto se presente una oportunidad, el hambre y la sed te obligan a saciarte. Los fuerzan a caminar por un desierto con el fin de protegerlos, pero así no aprenden a conducirse y tampoco llegan a amar verdaderamente al que tienen en frente (porque no está cerca, porque no crean lazos, porque no invierten tiempo en el prójimo ni se comprometen con él), que es lo que hace falta para no hacer daño a los que se relacionan con nosotros. El otro debe ser tan o más importante que tú para que no lo uses destructivamente, para que no abuses de él ni lo conduzcas a la muerte. “El amor no obra mal al prójimo; por lo tanto, el amor es el cumplimiento de la ley.” (Romanos 13: 10) Y no es un amor basado solamente en principios, sino que involucra al corazón, a los sentimientos: “Ahora que ustedes han purificado sus almas por [su] obediencia a la verdad con el cariño fraternal sin hipocresía como resultado, ámense unos a otros intensamente desde el corazón.”  (Primera de Pedro 1: 22)
Insisto: no son consejos para bien. Está claro por el fruto que produjeron conmigo. En nombre del Dios que es Amor no se puede prohibir el amor.

Él: - ¡Eso es porque no obedeciste! Si hubieras sido humilde y acatado lo que te decían, Jehová te habría bendecido. Fíjate que en el último texto que citaste habla de la “obediencia a la verdad”.

Yo: - Obediencia a la verdad… ¿Dónde está la verdad?

Él: - En la Biblia, la Palabra de Dios.

Yo: - Curiosamente, dos ancianos vinieron a mi casa a reconocer que la Biblia no dice nada a cerca de la amistad entre un hombre y una mujer. O sea, no hay verdad que obedecer. Lo que no está prohibido está permitido. Decir que algo que no está escrito es “la voluntad de Jehová” es un abuso de autoridad y un adelantarse presuntuosamente. Los nuevos rollos son para el nuevo mundo y serán inspirados, el esclavo no es inspirado, no hoy. Ahora tenemos a la Biblia y no hay lugar para imponer opiniones personales; menos si se enuncian “en nombre de Jehová”.

Él: - Pero también mencionaron un principio bíblico: ”El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?”, como consta en Jeremías 17: 9.

Yo: - Jeremías 17: 9 no es un principio bíblico. Si fuera un principio se cumpliría siempre y, si fuera así, la Palabra resultaría falsa y hasta contradictoria. Porque Jeremías 33: 31 dice que Jehová va a escribir su ley en los corazones de los que le sirven. Ezequiel 36: 26 dice que les cambiará el corazón de piedra por uno de carne; las piedras no aman, la carne y el espíritu sí. Si el corazón fuera siempre irremediablemente traicionero y desesperado, ¿para qué prometería Jehová escribir la ley en los corazones? Y no habla del nuevo mundo, sino del nuestro, de alistar un pueblo que le sirva de corazón, con la ley escrita en la fuente de sus deseos y acciones, no en piedra.

Él: - ¿No piensas obedecer?

Yo: - Si obedezco eso que no tiene apoyo bíblico y que forma parte de algo mayor que conduce a mis hermanos al pecado, no solo estaría pecando con ellos, sino que cometería idolatría. ¿De quién eres testigo? ¿De Jehová o del esclavo?

Él: - De Jehová. Pero el esclavo es quien Dios designó para darnos alimento espiritual y para conducirnos.

Yo: - El alimento y la conducción deben ser preparados a partir de la Biblia y no por lo que ellos piensan. Si no está escrito, no sabemos. Esperemos y sepamos que deberemos responder por nuestras acciones (pero, donde no hay ley no se imputa pecado. - Romanos 4 15; Romanos 7: 7 ). El esclavo fue nombrado sobre nosotros para conducirnos y para alimentarnos. Pero somos co-esclavos de un mismo Señor. Nosotros no somos esclavos del esclavo y no tienen autoridad para ir más allá de lo que la Biblia dice. Tampoco para limitar el libre albedrío de los hermanos; no sobre algo que no está escrito. Jehová es el Dios Todopoderoso y respeta la voluntad de sus creaciones. Pide por favor y no impone.

Él: - ¿No estás haciendo algo muy grande a partir de una relación particular con una mujer?

Yo: - No estoy planteando una cuestión a partir de una relación personal con mi amiga. La actitud de poner normas a partir de pareceres personales de los miembros del gobierno teocrático fue mucho más allá y causó más daño que el que me hicieron a mí. Y puede seguir afectando más a otros en el futuro inmediato, si no cambian de actitud.

Él: - ¿En qué fueron más allá? No puedo creer lo que oigo.

Yo: - Por el tiempo que hace que perteneces a la hermandad creo que debes saber que hace unos cuarenta años el esclavo decía que dentro del matrimonio podía haber fornicación. Ellos decían que ciertas relaciones sexuales contranaturales o pervertidas eran fornicación aun entre los miembros de un matrimonio. Como Jesús había enseñado que el único motivo que podía servir para romper un vínculo matrimonial era la fornicación y que, si el miembro ofendido no perdonaba, podía divorciarse y volver a casarse sin que fuera procedente levantar un cargo por adulterio, permitieron que se disolvieran muchos vínculos con esa base, aparentemente teocrática. Después, en La Atalaya del 15 de julio de 1983, dejaron constancia de un ajuste de entendimiento con respecto a este punto. Resultó que no había tal fornicación en el matrimonio y, por lo tanto, no era teocrático ni correcto permitir la disolución del vínculo. Tuvieron que incluir un párrafo en el que decían que no había que señalar a los que anularon sus matrimonios a partir del entendimiento que tenían antes. Pero no pidieron disculpas. Porque los hermanos no “entendían” por ellos mismos, sino a partir de lo que les enseñaron y ellos aceptaron sin analizar críticamente a la luz de lo que sabían que la Biblia decía. Es así, se publica en La Atalaya y lo creen. No solamente lo creen; no aceptan que otro diga algo contrario aunque muestre base bíblica que lo sustente. De parte de la conducción hubo un adelantarse presuntuosamente considerando y enseñando cosas que la Biblia no dice explícitamente. Pero hubo más: condujeron a otros al adulterio. Como el salario que el pecado paga es muerte, conducir a otro al pecado es equivalente a asesinarlo. Gracias a la inmensa misericordia de Jehová, perdonó a todos los involucrados y los siguió bendiciendo. Pero eso no le quita gravedad a la falta, sobre todo considerando que se mantiene la actitud. En cuanto a los que hicieron caso, se dice que son inocentes porque obedecieron. No es así. Los adultos son responsables por sus actos. Son libres y están bautizados, no pueden ignorar y escudarse en la obediencia para eximirse de pecado. Fueron adúlteros e idólatras, esto último al aceptar sin análisis lo que el esclavo decía (Gálatas 1: 8-9) Pero fueron perdonados por Dios. Los que hacen la obra de los últimos tiempos son ellos y Dios no es injusto para olvidar todo lo bueno que hicieron.

Él: - No sé qué decirte, no quiero apresurarme y luego arrepentirme. Entonces, ¿no piensas volver?

Yo: - Vuelvo si veo que admiten esto y corrigen las cosas. Si no lo hacen, no quiero vivir sin amor. Me juzga Jehová y no discuto su veredicto. Lo que Él decida está bien. Morir es como dormir sin soñar; un instante y ya no eres. No quiero sufrir más. En el Paraíso o en la tumba, Dios decide. Es un Juez justo. Si vuelvo será cuando las palabras “amor” y “hermano” no sean un sonido en la plataforma; quiero que esas palabras se traduzcan en acciones, que sean palpables, no intangibles. Y que nadie ensucie las intenciones de un corazón que no conocen y que no pueden leer. Condenar a alguien por algo que “todavía” no cometió es una injusticia. A mí me quitaron el privilegio de ser publicador por expresar desacuerdo; pero no un desacuerdo caprichoso. Tenía y tengo base bíblica.

Él: - ¿Te arriesgas a morir?

Yo: - Sí, la suerte está echada.